Corren tiempos contradictorios en cuanto a estadísticas, previsiones e interpretaciones sobre el devenir de la economía española en el corto y medio plazo. Lo que para algunos refutados economistas es verde, otros colegas del gremio lo ven rojo.
Ante tal conflicto, existe de por medio situaciones políticas en Europa que no ayudan a aclarar el futuro próximo. Todo tiene repercusión en los mercados y más concretamente en los índices bursátiles que representan esas economías.
Ante tal situación, lo correcto e inteligente ya no es cómo salir airoso en la disyuntiva bursátil diaria, sino cómo poder prever lo que se avecina, sea positivo o negativo.
La cuantificación de posibles escenarios en los planos más adversos y el planteamiento de medidas ante determinadas circunstancias hará que nuestra gestión se convierta en una constante y su consecuencia más directa sea la creación de valor y riqueza
Pocos reparan en anticipar situaciones ciclónicas cuando los resultados son óptimos. Basta con mirar los ciclos económicos en el último siglo y concluir que éstos están llenos de depresiones y crisis. Así ha sido el pasado, el presente y será en un futuro. Lo intermitente son pequeños periodos de alzas y burbujas para volver a caer en depresión.
Su juego debe ser rico o constante en estados depresivos o boyante con cargo a reservas para los estados ciclónicos. No hay otra, es el vaiven de los mercados sean cuales fueren, en el pasado, lo son en el presente y serán en el futuro. La continua innovación tecnológica no hacen más que provocar adaptaciones constantes en las economías y obviamente en los mercados.
La continua adaptación al cambio y la resiliencia con la gestión de escenarios es la única salida si no queremos padecer constantemente.