Estamos asistiendo a una desaceleración (que no descenso) de la inflación en la mayoría de países desarrollados. En particular Estados Unidos, que se acerca a valores de 2019 cuando el IPC rozaba el 3,0%.
Esta, podríamos decir, esperanzadora noticia, alimenta las expectativas de los inversores en obtener una bajada de tipos de interés por parte de los bancos centrales que sirva como combustión final para el arreón definitivo de los principales índices bursátiles. No hay que olvidar que hemos asistido a una subida sin precedentes de dicha herramienta de control económico y los principales indicadores (manufacturas, producción industrial y servicios, PIB, empleo) ya comienzan a resentirse.
Sin embargo, como menciono en el vídeo que acompaña a este artículo, la divergencia Bancos centrales-inversores en cuanto a la opinión del futuro de los tipos de interés será acentuada en los próximos meses, dañando los beneficios de índices como el DAX.
¿Por qué? Buena pregunta. Pero más aún sería preguntar por qué se han mantenido bajos tanto tiempo. Al menos en Europa. La consecuencia de ello (ya lo estamos viendo) es una inflación disparada que merma la confianza en los gobiernos. Un cóctel explosivo ante una política monetaria restrictiva. Por esta razón, Alemania a la cabeza, ya ha planteado reducir la exposición a los mercados de deuda hasta los (solo) 16.000 millones de euros en todo el año que viene, o en otras palabras, lo que pide España en un mes.
Lo que en un principio ayudó a la recuperación económica, ahora sería un tiro en el pie. Reducir los tipos de interés alimentaría aun sin inflación, las fuentes que la sustentan: Presupuestos inflados, recaudación a niveles récord, peor gestión de selección de proyectos e inversiones ineficientes apoyadas en una impresión infinita de dinero etc. Que el cambio de políticas en Alemania (sutiles eso sí) no solo es otra muestra de que los países se están preparando para afrontar un período donde la gestión eficaz del dinero será protagonista, es un cambio de paradigma donde las subidas de los índices bursátiles se verán resentidas.
Hasta el día de hoy, desde el aumento de la inflación las empresas y los inversores se han refugiado en los principales índices como el DAX en busca de la rentabilidad perdida. Una vez que baje esta, y los bancos centrales como el BCE no pisen el freno de las subidas (que es muy probable), los flujos monetarios se dirigirán hacia valores más seguros como el sector inmobiliario o los depósitos remunerados.
De hecho, los países están virando hacia posiciones de gestión del golpe. Ahora, por decirlo de alguna manera, están más preparados que antes para aguantar una recesión. Se verá en una economía que, sorprenderá para bien (obviar que Alemania está en recesión), en unos índices que agonizarán en un lateral bajista hasta que no cambie el horizonte y en unos ciudadanos que verán sus depósitos remunerados como antaño. Incluso algunos, lo verán por primera vez.