Es muy osado para quien desconoce las reglas del juego decir qué habría que hacer y decidir acerca de según que cosas que afectan al colectivo pero que dependen del Dios dinero.
Quizá en otros siglos venideros no ocurra como en el presente o desde aquellos en los que los hombres decidieron ir más allá del trueque. No es cuestión de estar a favor o en contra, sino de ponerse en lugar de aquello que es y representa el dinero.
Para ser claro: usted, si fuera empresario de una mediana o gran empresa, ¿invertiría en Grecia en estos momentos? La respuesta es evidente: no. Tan evidente como que quiere que a Grecia le vaya tan bien como a Alemania por el bien de lo griegos y de Europa, pero su deseo no pasa por invertir su dinero en Grecia arriesgando su patrimonio, dada la incertidumbre y riesgo país que despierta en estos momentos.
Quizá, y eso depende del conocimiento y de la experiencia, uno acaba por ser más realista que moralista por el bien de todos y por el suyo propio. Por eso se rescatan bancos con dinero público.
Si usted quiere cambiar las reglas del juego del Dios dinero, le invito a que invierta su patrimonio donde nadie invierte, o marche de vacaciones donde nadie va, es decir, donde hay riesgo y pobreza. Hágalo así y será ejemplo y referencia para seguir nuevos modelos.