Hay quien se juega la cara, la vida y el dinero. Y hay quien se acomoda sin mover su trasero en el corto horizonte, sean de donde sean y tengan lo que tengan. Pasen diez o mil años.
Asumir riesgos es enfrentarse a la certidumbre del presente, bien por cambiarlo, bien por combatirlo. Todo un mecenazgo de lo propio a pesar de los pesares.
Copiando a Ernest Hemingway en su obra "muerte en la tarde", podría decirse que el boxeador, el trader o el torero posee un sentimiento de la tragedia y del ritual de combate, por lo que los incidentes secundarios no tienen importancia para él más que relacionándolos con el conjunto. En ese sentido o se tiene o no se tiene; de la misma manera que, sin querer llevar demasiado lejos la comparación, se tiene o no se tiene oido musical.
Cualquier ornamento añadido a lo esencial, dispersa el sentido de la acción. A lo que yo le pregunto, ¿cuál es el sentido de sus actos?, porque los siente o porque cree que debe sentirlos.