Seguimos siendo optimistas con China, ya que los datos del PIB han estado por encima de lo previsto. Esto se debe a que la economía mundial y a la capacidad de China para generar demanda. Internamente, China tiene un desequilibrio aunque en términos mundiales está diversificado (su estrategia de la Nueva Ruta de la Seda está bien definida).
Además, en 2018 el comercio tiene más importancia que el consumo interno. Por un lado, el fuerte crecimiento va a ayudar a rebajar los precios inmobiliarios que repuntaron en 2016, aunque debería desencadenar la adopción de medidas por parte de los políticos para acelerar el desapalancamiento y rebajar el gasto fiscal.
La rebaja en la salida de capital y la renovada confianza positiva de los inversores ha reducido los riesgos de depreciación en el yuan.