No, no se trata de un titular sarcástico sobre el comportamiento de los mercados de renta variable en los últimos días y semanas, en los que se han repetido constantes caídas de precios, sino de una reacción a la discutida política monetaria y al ambiente inflacionario. Una menor inflación supone una mayor preservación del poder adquisitivo, y eso es algo deseable. Una política monetaria menos expansiva es también “más” (y, por lo tanto, mejor) para la inversión. Sin embargo, la inflación, y la política monetaria que la acompaña, están alterando los mercados. Y aunque a nadie le gusten las subidas de los tipos de interés, ¿son realmente malas? No cuando se trata de combatir las expectativas inflacionarias y reducir la abundante liquidez que está distorsionando los precios en los mercados monetarios y de capitales, situación que conduce a malas inversiones.
La inflación alimenta la inflación. Por lo tanto, la Reserva Federal de EE. UU. (Fed), y ahora también el Banco Central Europeo (BCE), aciertan al apretar el acelerador en los tipos, pasando de la “flexibilización cuantitativa” (“QE” quantitative easing, por sus siglas en inglés) al “endurecimiento cuantitativo” (“QT”, quantitative tightening, por sus siglas en inglés). En la práctica esto se traduce en que los bancos centrales venden deuda pública y reducen sus propios balances. Como ha demostrado sobre todo la Reserva Federal al aumentar sus tipos de interés en 75 puntos básicos, los bancos centrales han sido durante mucho tiempo los motores del mercado, y ahora deben intentar recuperar el control. Una menor presión inflacionaria respaldará un mayor poder adquisitivo y también la inversión, como lo demuestran los enormes rendimientos reales negativos de la deuda pública en gran parte del mundo.
Pero también es cierto que una menor inflación se relaciona con una menor demanda, o lo que es lo mismo, un crecimiento más débil.
Aunque la Fed está intentando que la economía tenga un aterrizaje suave, es cada vez es más probable que se produzca un aterrizaje forzoso, es decir, que el crecimiento se sitúe por debajo del potencial. Ya no puede descartarse una recesión para la economía más grande del mundo. El “enfriamiento económico” también reduce las presiones inflacionarias y vuelve a dar más margen de maniobra a los bancos centrales. Y de nuevo se cumple la misma regla: menos es más.
Asignación táctica de acciones y bonos
- Como lo demuestra la encuesta global de Bank of America (NYSE:BAC) entre gestores de fondos, estos vienen adoptando ya desde hace tiempo un enfoque precavido. Las existencias de efectivo han aumentado considerablemente. Junto con los sectores defensivos, las materias primas, incluida la energía, predominan en la asignación sectorial.
- Según esta encuesta, lo que más preocupa a los gestores de fondos es que los bancos centrales se vuelvan todavía más restrictivos, seguido de cerca por una recesión global. La inflación también aparece entre las tres primeras inquietudes.
- Los riesgos del crecimiento se unen al giro en la política monetaria, que reduce la liquidez y mitiga la distorsión del precio del dinero. En cualquier caso, sigue siendo aconsejable adoptar una estrategia de inversión prudente.
Acciones
- En los informes de las empresas se recogen cada vez más los problemas de la cadena de suministro y las presiones salariales, lo que impedirá a algunas de ellas alcanzar las previsiones de beneficios.
- A esto se suma el giro de 180 grados en la política monetaria de los bancos centrales en un periodo de desaceleración económica, al final del cual no se puede descartar una recesión, al menos no en Estados Unidos.
- Aunque las caídas en las cotizaciones de las últimas semanas han hecho que las valoraciones en los mercados de renta variable sean más moderadas en general, se trata de cifras relativas ante las posibles decepciones en los beneficios empresariales.
- En lo que se refiere a las acciones, parece apropiado seguir siendo prudentes. Una diversificación generalizada, haciendo hincapié en las acciones de calidad con balances sólidos, parece ir en la dirección correcta. Esto puede incluir inversiones temáticas, como la seguridad energética y de los alimentos, la ciberseguridad y las empresas que se benefician especialmente de la lucha contra el cambio climático.
Les deseo menos volatilidad y más rentabilidad.
Dr. Hans-Jörg Naumer