Pocos la atisban cuando han sucedido y cuando alguno se atreve a justificar sus teorías avanzadas recesionistas, suena a nostradamus o mero jeroglífico. Nada claro.
La recesión ya está aquí y ha venido para quedarse un rato largo. No hablamos de depresión, que sería más grave, sino de recesión, es decir, "la disminución o pérdida generalizada de la actividad económica". ¿En qué términos? Ya hoy podemos hablar en los siguientes términos:
- Disminución de la producción de bienes y servicios generalizada mundial.
- Estabilización del consumo minorista
- Desaceleración de la inversión. Ya hay reducciones del gasto en nuevas inversiones, que son suspendidas o aplazadas en el tiempo.
- El empleo se estabiliza o se incrementa en peores condiciones.
- El beneficio de las empresas, muy afectado por la caída masiva de las bolsas y por la reducción continua de costes y personal por la tecnificación y la deslocalización.
- Las cotizaciones de los índices bursátiles se resienten masivamente.
- Y, por último, la inflación baja o se estabiliza en niveles casi deflacionistas.
La recesión, a priori, pinta suave, pero en función del desarrollo de la misma puede convertirse en una crisis. Es ahí cuando puede complicarse el proceso elevándose las empresas en en quiebra.