Tras uno de los mejores meses para la renta variable en décadas -abril ha sido el mejor mes para el S&P 500 desde enero de 1987-, en el que los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses han recuperado parte de lo cedido en marzo, los inversores se enfrentan en el mes de mayo a una importante disyuntiva: i) mantener el optimismo de las últimas semanas, basado en las noticias sobre la reapertura de muchas economías y/o el desarrollo de tratamiento y vacunas para combatir el Covid-19, u ii) optar por aceptar la “dura realidad” que muestran las cifras que se vienen publicando sobre el comportamiento de estas mismas economías en los meses de marzo y abril.
En las últimas semanas muchos países y casi la mitad de los estados que conforman EE.UU. han anunciado planes para relajar las medidas adoptadas para combatir la propagación del coronavirus, planes que pasan por relajar el confinamiento obligatorio de la población y reiniciar algunas actividades productivas y de servicios.
Como hemos venido señalando desde hace tiempo, cuanto antes se reinicien las economías menos profunda será la consiguiente crisis económica provocada por las mencionadas medidas, lo que no va a impedir que la crisis sea dura ya que, lo que se está comprobando en los países que están más avanzados en el reinicio de su actividad productiva, es que al consumidor, pieza clave en las economías desarrolladas, le va a costar mucho recuperar la confianza, tanto porque teme por su salud como por el hecho de que muchas personas han perdido su trabajo o lo ven peligrar, lo que va a condicionar para mal sus decisiones de gasto.
Es por ello por lo que, tras el optimismo que han mostrado los inversores en las últimas semanas, ahora quizás se impone la reflexión y el análisis de cómo va a ser el escenario post pandemia al que se deberán enfrentar las compañías cotizadas, un escenario del que tendremos mayor visibilidad a medida que se vayan publicando las cifras macro de las principales economías mundiales, correspondientes a los meses de abril y mayo.
Así, y para empezar, esta semana se publicarán en los principales países desarrollados los índices adelantados de actividad de abril de los sectores de las manufacturas -el viernes se conocieron los de EE.UU. y de Reino Unido- y de los sectores de servicios, indicadores que mostrarán un deterioro mensual de la actividad nunca antes registrado. Además, se irán publicando las cifras de empleo correspondientes al mes de abril en muchos de los países que han optado por medidas drásticas de confinamiento y de paralización de la actividad para combatir la propagación del Covid-19.
En este sentido, creemos importante destacar que el viernes se darán a conocer los datos de empleo no agrícola de abril en EE.UU., datos que mostrarán una fuerte destrucción de empleo, cercana a los 22 millones de puestos de trabajo, lo que situará la tasa de desempleo a niveles superiores al 16%, lo que supondría alcanzar el nivel más elevado desde que se inició la serie histórica en 1948.
Al otro lado de la balanza situaríamos todas las noticias que se vienen publicando sobre el desarrollo de tratamiento y/o vacunas para combatir el coronavirus de origen chino. Los procesos de aprobación para su utilización se están acelerando, con las autoridades sanitarias asumiendo ciertos riesgos dado lo excepcional de la situación. Así el viernes la FDA estadounidense autorizó la utilización del antiviral de la biotecnológica Gilead (NASDAQ:GILD), el remdesivir, para que pueda ser utilizado con pacientes con Covid-19.
Además, la compañía suiza Roche (SIX:ROG) ha visto también como la FDA ha autorizado su test de anticuerpos para que sea utilizado de emergencia para detectar el virus. También, y como desarrollamos en nuestra sección de Economía y Mercados, se está hablando ya de unas 14 potenciales vacunas en desarrollo, alguna de las cuales podría estar en el mercado antes de finalizar el año. En este sentido, debemos señalar que el desarrollo de una vacuna modificará totalmente “el campo de juego”, ya que los consumidores, pieza clave de la recuperación económica, volverán a actuar con mayor seguridad, recuperando en gran medida su vida prepandemia.
Por tanto, y a la hora de determinar sus decisiones de inversión, los inversores deberán optar entre un futuro no inmediato de recuperación económica o la cruda realidad de una profunda recesión económica en el muy corto plazo. En las últimas semanas se ha impuesto la visión más optimista de la situación. No descartamos que, a partir de ahora, pese algo más en el comportamiento a corto plazo de los inversores el pesimismo que sin duda van a transmitir las cifras macro que se van a ir publicando en los próximos meses.
Para empezar, HOY esperamos que las bolsas europeas abran con fuertes descensos, siguiendo de esta forma la estela dejada por Wall Street el viernes y esta madrugada por los principales mercados de valores asiáticos. Parte de estas caídas podrían justificarse como tomas de beneficios de muchos inversores tras las fuertes alzas que desde los mínimos de finales de marzo han acumulado muchos valores. No obstante, creemos que las dificultades para reabrir las economías que están afrontando muchos países, con planes inconexos y de difícil aplicación, también pesan en el ánimo de los inversores, así como el cada vez mayor malestar que se está generando en Occidente con la forma en que China ha gestionado la epidemia -sobre todo por la falta de transparencia a la hora de explicar su gravedad-, malestar que puede conllevar nuevas tensiones comerciales, especialmente entre EE.UU. y el país asiático.