El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, abrió las puertas el jueves a un recorte de la tasa de interés tan pronto como el mes próximo y afirmó que el banco está “listo para actuar” para impulsar a la economía de la zona euro, golpeada por la recesión.
En una conferencia después de que el BCE mantuvo sus tasas sin cambios en el mínimo histórico de 0,75 por ciento, que de todos modos es el nivel más alto entre los principales bancos centrales, Mario Draghi dijo que hubo amplias discusiones en la reunión mensual, y que el consenso fue no tomar medidas.
Pero agregó que el BCE está estudiando el clima económico de cerca porque no hay certidumbre de que la economía de la zona euro vaya a repuntar.
“En las próximas semanas, vigilaremos muy de cerca toda la información entrante sobre los acontecimientos económicos y monetarios, y evaluaremos el impacto sobre el panorama para la estabilidad de precios”, dijo.
El antecesor de Draghi en el cargo, Jean-Claude Trichet, usaba un arsenal de frases en código para indicar las futuras acciones de la política monetaria, un recurso que su sucesor no había utilizado hasta ahora.
Una de esas frases era “vigilaremos muy de cerca”, aunque en la era de Trichet, eso solía presagiar un alza de tasas, con una anticipación de dos meses.
Draghi también abrió las puertas a que el BCE adopte nuevas “medidas no convencionales”, diferentes a las clásicas modificaciones de las tasas, como compras de bonos gubernamentales u operaciones de financiamiento como los préstamos gemelos a 3 años que ofreció a los bancos hace poco más de un año.
“Estamos considerando tanto medidas convencionales como no convencionales”, comentó.
Los futuros de los bonos públicos alemanes extendían las alzas y los operadores del mercado decían que los comentarios de Draghi fijaban los fundamentos para un recorte de tasas en los próximos meses.
“Un recorte de tasas o medidas no convencionales adicionales no se pueden descartar para mayo”, dijo Annalisa Piazza de Newedge Strategy.
El mandato del BCE incluye garantizar una inflación algo inferior al 2 por ciento. En marzo, se retrajo al 1,7 por ciento.
Un sondeo divulgado el jueves, más temprano, mostró que el declive económico de la zona euro continuó en marzo, marcado por una fuerte baja de la actividad de negocios en Francia, mayor incluso que los retrocesos en España e Italia.
“La debilidad de la actividad económica se extendió al inicio del año y se proyecta una recuperación gradual para el segundo semestre del año, sujeta a riesgos a la baja”, dijo Draghi.
Mientras el mundo se recupera de la crisis financiera, el BCE ha ofrecido menos respaldo a la economía que sus pares de Japón, Estados Unidos o Gran Bretaña, que han lanzado masivos programas de compras de activos y redujeron sus tasas de interés a niveles más cercanos al cero por ciento.
ECLIPSADO POR JAPON
Japón fue todavía más allá el jueves.
El nuevo gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, sacudió a los mercados con una reforma radical de su manejo de la política monetaria, adoptando un nuevo objetivo para su hoja de balance y prometiendo duplicar sus tenencias de bonos gubernamentales en dos años mientras busca poner fin a casi dos décadas de deflación.
En Japón, las autoridades tienen toda la intención de acelerar la inflación para sacar al país de un extenso período de expansión decepcionante. La magnitud de los cambios provocó una baja del yen y los rendimientos de los bonos de referencia cayeron al mínimo en una década.
Varios países, especialmente de economías emergentes, ya se quejaron de las políticas que deprecian los tipos de cambio, porque representan una desestabilizadora carrera de “empobrecer al vecino”.
El BCE difícilmente persiga un camino similar, aunque un fortalecimiento del euro es lo último que requiere una economía estancada en la recesión.
“Nuestro tipo de cambio no es un objetivo de las políticas. Nuestro tipo de cambio es importante para el crecimiento y la estabilidad de precios”, dijo Draghi.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, dijo que Tokio no podía contar solo con las medidas del banco central para alentar su economía y que debe continuar con las reformas estructurales.
Esta semana, un miembro de la junta ejecutiva del BCE, Benoit Coeure, advirtió que los países no deben impulsar directamente las devaluaciones competitivas, especialmente si otros bancos centrales tienen un margen de maniobra muy acotado.
En la zona euro, después de unas señales iniciales de estabilización económica al comienzo del año, marzo representó un revés, al tiempo que Chipre escapaba por muy poco de un colapso financiero asegurándose un rescate de último minuto e Italia se esforzaba por poner fin a un estancamiento político post-electoral.
La confianza económica de la zona euro declinó después de cuatro meses de alzas, los sondeos reflejaron que las manufacturas en todo el bloque profundizaron su retroceso y la moderación de la inflación la alejó aún más de la meta del BCE.
Draghi también remarcó que el rescate a Chipre -que contempla pérdidas impuestas a los depositantes bancarios más ricos- no es un modelo para futuros rescates, como otros han sugerido.