Este “titular” es de esos que uno se apunta para sacarlo cuando dentro de un par de años alguien diga lo de “nadie se dio cuenta” o “nadie lo dijo”.
En la tabla que aparece en este artículo he listado una serie de grandes empresas europeas que pagan un dividendo superior al 3%. Pero tienen más cosas en común: posición fuertemente consolidada en sus respectivos mercados, financiación muy barata, gratuita e incluso muchas cobran por prestar, gracias a los bajos tipos de interés y las compras del BCE. Además, la crisis del coronavirus no afecta a su capacidad de repartir dividendos o, de hacerlo, será temporalmente. Y volverán a pagarlo cuando se vuelva a la normalidad. En otras palabras, son empresas muy sólidas, que pagan un magnífico dividendo y que seguirán pagándolo durante muchos años. Es más, como cobran por prestar, si ocasionalmente necesitaran tesorería para adelantarlo, no les costaría un euro, y tendrían diez años para devolverlo.
Tampoco tienen un “pay out” —porcentaje de los beneficios que se dedica al dividendo— excesivamente alto y, cuando lo tienen, son empresas que tienen la estabilidad suficiente de ingresos como para hacerlo, como puede ser el caso de la eléctrica E.ON (DE:EONGn) o la alimentaria Unilever (LON:ULVR). La empresa farmacéutica y de biotecnología Sanofi (PA:SASY) tampoco creo que vaya a tener muchos problemas, teniendo en cuenta que va a ser una de las que vendan millones de vacunas del coronavirus.
Para quien no conozca con detalle este tema de los dividendos, aclararemos que repartir un 50 % de los beneficios en dividendos en empresas consolidadas con una estructura de ingresos sólida y estable como son estas es lo normal.
Tomen nota de que no digo que estas compañías vayan a crecer mucho ni que sean empresas digitales punteras, ni nada por el estilo. Se trata de inversiones muy atractivas sólo por su dividendo. Estamos hablando de un 4,2 % de media en los valores que conforman la tabla, es decir, cinco veces lo que paga anualmente de media por cupón un bono europeo del Estado con vencimiento a diez años (considerando que en muchos casos no paga nada, sino que le cobra al inversor).
Puede que ocurra como ocurre siempre con Europa, que su terrible clase política gestione fatal la pandemia y la recuperación, como ha gestionado fatal la economía convirtiendo la eurozona en un monstruo burocrático en el que es muy difícil el desarrollo empresarial, Y no digamos la innovación. Pero si lo que buscamos es un buen dividendo, sólido y estable, eso nos da igual.
Estamos ante una oportunidad única de garantizar un dividendo de primer nivel de cara al futuro aprovechando una situación como es la actual, que tiene fecha de caducidad. Salvo que se piense que nunca habrá una vacuna contra el coronavirus, pero eso tal vez sea ser demasiado pesimista.
Esa rentabilidad queda garantizada por el tiempo que se quiera, sean unos años o toda una vida, porque las acciones y sus dividendos no vencen como lo hacen los bonos y sus cupones. Y es rarísimo que empresas de este nivel eliminen o recorten el dividendo. Además, estamos hablando de comprar una cesta amplia de valores, no tres o cuatro, con lo cual el riesgo se diluye.
En Nextep lo tenemos muy claro: quien invierta ahora en grandes empresas europeas con posiciones dominantes en sus mercados, cuentas saneadas, crédito gratis e ingresos estables está garantizando un dividendo que dentro de unos años parecerá imposible que hubiera estado al alcance de cualquier inversor.
Comprar directamente los títulos puede tener inconvenientes, empezando por la doble imposición internacional de los dividendos. Pero hay otros motivos por los que pensamos que es preferible utilizar fondos de inversión qué inversión directa en acciones. Son la diversificación y los costes. Comprar una cesta de valores, que es lo que es un fondo, tiene la enorme ventaja de que, si hubiera algún problema con uno o dos valores, sea en el dividendo o en la cotización, el daño se diluye. No sería lo mismo si hemos creado nosotros una cesta con cuatro o cinco valores y ocurre algo parecido.
La otra ventaja es el coste. Podemos realizar la inversión a través de fondos indexados, que tienen comisiones muy bajas. Y si es un fondo muy probablemente los costes sean menores que los que le cargue un banco o cualquier otro intermediario financiero por comprar valores —corretajes— y por su “custodia”. En realidad, el banco no custodia nada, porque ahora los valores son referencias técnicas —unos dígitos en un ordenador—, pero la realidad es que cobran por tener ese número en su archivo informático.
También hay fondos y ETF de reparto, que reparten los dividendos que generan los valores. Pero en lugar de tener que “cortar el cupón” —cobrar el dividendo— de toda una serie de valores con los costes que aplican los bancos a todo lo que hacen, cobramos de un solo valor, en este caso un fondo y sin comisiones. O muy bajas, si se hace con el intermediario financiero adecuado. También tenemos la opción —la más habitual— de usar fondos de acumulación, los que acumulan dentro del fondo los dividendos. Así no tenemos que preocuparnos por la fiscalidad durante todo el tiempo que dura la inversión, en lugar de estar pasando por Hacienda todos los años.
En fondos de inversión también tenemos la opción de las llamadas clases limpias, que para entendernos son el mismo tipo de fondos que puede usted comprar en su banco o intermediario financiero habitual, pero mucho más baratos, porque no tienen la llamada retrocesión de la comisión de gestión que aplican los distribuidores más caros.