Querer atribuir la causa y el efecto a cada uno de los movimientos del mercado es tarea de locos.
Hacerlo en medio de una de las peores recesiones económicas de los últimos cien años, a la que hay que añadir una pandemia que amenaza con prolongar el sufrimiento de las personas y la desolación económica, parece misión casi imposible hasta para el big data (ironía).
Necesitamos cierta perspectiva para entender lo que está sucediendo en las economías, lo que los mercados han recogido y lo que cabe esperar en el futuro.
El FMI proyecta una caída del PIB mundial del 4,9% para este 2020. En las economías desarrolladas la cifra se eleva al -8%, siendo en el mundo en vías de desarrollo del -3%.
Cifras discutibles en el matiz, pero contundentes para entender el shock.
La Comisión Europea espera finalizar 2020 con una reducción del PIB de la Euro Zona del 8,75% y que terminado 2021, todavía estemos un 2% por debajo de los niveles previos al Covid-19.
Según cifras de Goldman Sachs (NYSE:GS) la política monetaria empleada en EE.UU. en estos meses ya es un 50% superior a la realizada durante toda la crisis financiera de 2008-2015.
En Europa, el gasto fiscal proyectado para este año supondrá el 26% de nuestro PIB frente al 2% que supuso en la anterior crisis.
Según datos del departamento de trabajo de los EE.UU., pese a los esfuerzos en política monetaria y fiscal de los últimos trimestres, sólo se han podido recuperar 12 millones de empleos de los más de 22 perdidos por el cierre de las economías tras la pandemia.
Antes del Covid, 150 millones tenían trabajo, no agrícola, en EE.UU.
Las últimas cifras sitúan el desempleo en un 7,9% de la población activa.
Como vemos, los efectos económicos son patentes. Los mercados de capitales ya cotizan rentabilidades enanas y negativas para buena parte de los papeles de gobiernos y bonos de las mejores firmas privadas. Los títulos emergentes, el high yield o el subordinado de entidades financieras se ha recuperado desde marzo y cotiza a no demasiada distancia de los ya elevados niveles pre-Covid.
El trabajo de los Bancos Centrales ha logrado su efecto.
Los índices bursátiles confunden enormemente al situarse próximos a los máximos de febrero por el efecto de los valores tecnológicos, de salud y algunos de consumo no cíclico que se han disparado.
El resto, financieros, inmobiliarios, construcción e infraestructuras, materias primas, energía, industriales y como no, los relacionados con transporte, turismo, ocio, restauración, etc. lo hacen a una fracción de su valor al empezar el año.
La fuerte recesión, la confusión y falta de visibilidad que genera la pandemia desincentiva el consumo, la inversión empresarial y la compra de activos financieros de riesgo, como la renta variable.
La negatividad reinante y la confusión de unos índices que hacen creer que nos hemos perdido la recuperación ocultan, una vez más, una oportunidad espectacular para comprar muchos de los mejores activos cotizados, a precios con potencial para duplicar o triplicar cuando, esperemos que, en pocos años, la pandemia forme parte del pasado como lo son la caída de las Torres Gemelas, la burbuja inmobiliaria o aquel terremoto-tsunami que afectó a una central nuclear en Fukushima (Japón) aquel 2011.
Como elemento que introduce mayor confusión tenemos la ¿burbuja? en un buen número de valores tecnológicos que, ante la evidencia de que son los grandes ganadores en una sociedad confinada y que con rotundidad ya estaban desplazando a sus competidores "analógicos", han elevado sus cotizaciones y creado un estado de ánimo en esa parte del mercado que recuerda, vivamente, la burbuja de 2000.
En el Comité de Inversión de URSUS pensamos que la sobrevaloración de estas compañías se irá templando y todos esos buenos negocios que siguen sin apetecer a los inversores, ya hicieron suelo y comienzan un ciclo alcista que correrá en paralelo con la recuperación de las economías en los próximos años.
Es un buen momento para la renta variable y también lo es para la renta fija pese a la distorsión que generan las intervenciones de los Bancos Centrales y la ausencia de inflación por el comercio mundial, las moderadas tasas de crecimiento, debilidad de las fuerzas sindicales y desde luego, los efectos de los nuevos actores tecnológicos en el aumento de la competencia, más información al consumidor y la reducción de precios y tarifas como clave para hacerse con cuota de mercado.
Un mercado, el de la renta fija, que tal vez tenga un recorrido mayor del que podemos imaginar a la vista de lo probable que resulta el mantenimiento de tipos muy bajos durante un largo periodo.
De ello hablaremos, en digital, con Allianz (DE:ALVG) Global Investors este jueves 8 de octubre a las 18 horas para saber cómo se consiguen rentabilidades del 25% invirtiendo en renta fija, sin asumir la volatilidad de la renta variable y qué esperan de los próximos trimestres.