Abordando el campo de las finanzas conductuales o behavioral finance, hoy hablaré del orgullo o exceso de confianza, que junto con la codicia ingenua conforman lo que, en mi opinión, son las tres emociones que contaminan la toma de decisiones financieras.
Es muy difícil en la vida aceptar que se tomó una mala decisión. Va en contra de nuestro orgullo o de nuestra vanidad. En finanzas también. Cuántas veces hemos aguantado una mala relación sentimental, un puesto de trabajo desalentador, una decisión de cualquier ámbito que, día a día, vemos que no va a ningún lado, pero aguantamos con la esperanza vana que el azar tome la decisión por nosotros, una decisión que el orgullo impide que tengamos la iniciativa de tomarla nosotros.
Qué difícil es aplicar la orden “STOP-LOSS” en la bolsa y en la vida. Aceptar las pérdidas, monetarias o emocionales, y abandonar va en contra de nuestra autoestima. Tan difícil es, que algunos, con un exceso de confianza, persisten y no solo mantienen si no que aumentan su posición ya que no pueden admitir que han perdido su tiempo o su dinero.
Cuando el orgullo tiene prioridad sobre nuestro dinero, la muerte financiera está próxima.