El oro comienza el 2025 con una mezcla de expectativas tras un cierre turbulento en 2024, marcado por las caídas de noviembre y diciembre que llevaron al metal precioso a un soporte clave en su estructura alcista de largo plazo. Este nivel ha actuado como un punto de rebote importante, lo que mantiene vivas las perspectivas de recuperación para este año.
En el mediano plazo, el precio del oro se encuentra atrapado en un rango entre los 2.713 y los 2.581 dólares, como parte de un retroceso mayor tras haber alcanzado máximos históricos en los 2.791 dólares. Este rango será crítico para los próximos movimientos: si el oro logra romper la resistencia de los 2.713 dólares, podríamos ver un nuevo intento de alcanzar los históricos 2.790 dólares. Más allá de ese nivel, el siguiente objetivo alcista se encuentra en los 3.000 dólares, marcando un hito sin precedentes en el mercado.
Sin embargo, el comportamiento del oro estará influenciado por factores como las políticas monetarias de los bancos centrales, la inflación y la incertidumbre económica global. Como refugio seguro, el metal precioso seguirá siendo atractivo para los inversores en un entorno de volatilidad financiera.
El 2025 se perfila como un año decisivo para el oro, con un equilibrio delicado entre su capacidad de consolidar niveles clave y la posibilidad de alcanzar nuevos máximos históricos. Todo dependerá de cómo evolucione el panorama económico y la fortaleza del dólar en los próximos meses.