Cuando el inversor se enfrenta al desafío de diseñar su estrategia de inversión, suele preocuparse por solo dos variables: el balance entre el riesgo y el retorno. Se trata del dilema clásico de las inversiones, que establece una relación directa entre riesgo y retorno: cuanto mayor es el retorno que exija, mayor será el riesgo al que deberá enfrentarse para obtenerlo.
Este clásico dilema pasa por alto, según mi opinión, uno de los factores más determinantes al hacer cualquier tipo de inversión: el tiempo. El plazo que estamos dispuestos a darle a nuestra inversión para que funcione y nos ofrezca los resultados esperados es probablemente tan importante como la calidad y el potencial de los activos en los que invertimos.
Desde mi punto de vista, la inversión debe ser considerada como un trilema, donde los inversores se enfrentan a la decisión de elegir no más de dos de entre las tres variables fundamentales: retorno, riesgo y tiempo. Este enfoque refleja la realidad de que rara vez podremos tener los tres elementos de manera simultánea.
Siguiendo esta línea de pensamiento, un inversor que planifica su estrategia se verá obligado a tomar decisiones entre las siguientes alternativas:
- Si busca altos retornos, deberá enfrentar mayores riesgos o comprometerse con un horizonte de inversión a largo plazo.
- Por otro lado, si busca minimizar el riesgo, deberá conformarse con retornos más modestos o prolongar su horizonte temporal.
- En el caso de optar por inversiones a corto plazo, deberá enfrentarse a la necesidad de asumir mayores riesgos o aceptar rendimientos más bajos.
Este trilema expone las complejidades inherentes a la toma de decisiones de inversión y resalta la importancia de comprender y gestionar estas variables de manera efectiva. Asimismo, nos permite diseñar y equilibrar adecuadamente la cartera de inversión para que se ajuste al perfil del inversor.
El trilema de la inversión financiera nos insta a comprender estos tres elementos clave y a determinar nuestro perfil adecuadamente, asignando un valor apropiado a cada uno:
- Retorno esperado: La ganancia mínima que un inversor está dispuesto a aceptar por su inversión, expresada en rendimiento financiero.
- Riesgo tolerable: La máxima pérdida o variabilidad en los retornos que está dispuesto a asumir, influenciada por el riesgo sistémico, la volatilidad del mercado y el riesgo corporativo.
- Horizonte temporal: El período máximo que el inversor está dispuesto a mantenerse invertido, siguiendo una estrategia determinada.
Es esencial equilibrar estos aspectos para tomar decisiones alineadas con nuestros objetivos y preferencias individuales. Sin embargo, aunque la mayoría de los inversores ya han escuchado o leído acerca de la relación entre el riesgo y el retorno, así como sobre cómo equilibrar ambos, una de las consultas más frecuentes que recibo está relacionada con las diferencias y cómo determinar el corto, mediano y largo plazo.
Desde mi perspectiva, una inversión de corto plazo abarca cualquier estrategia con un horizonte de menos de un año, mientras que una de mediano plazo se extiende de 1 a 3-4 años. En contraste, una inversión de largo plazo comienza a partir de los 4-5 años. Es importante señalar que el plazo no se determina por el tiempo que se mantiene un activo en cartera, sino por la duración de nuestra exposición al mercado o seguimiento de una estrategia de inversión específica. Considero una inversión de largo plazo a aquella que supera los 5 años, ya que este lapso coincide en promedio con la duración de los ciclos económicos o bursátiles completos a lo largo de la historia. Esta perspectiva ayuda a minimizar el riesgo sistémico.
De esta manera, la comprensión del trilema de la inversión financiera nos permite abordar nuestras estrategias de manera más completa, donde el tiempo, el riesgo y el retorno juegan roles determinantes. Al comprender y equilibrar estas variables, podemos trazar estrategias de inversión coherentes con nuestros objetivos, utilizando el tiempo como un aliado valioso en la búsqueda de resultados financieros sostenibles y consistentes.