Las empresas que dan dividendos son compañías sólidas, capaces de crear suficientes beneficios después de impuestos para realizar sus inversiones en I+D+i y distribuir beneficios. Son empresas que suelen tener un buen plan estratégico, sin necesidad de reinvertir un gran porcentaje de su beneficio en crecimiento y con una eficiente gestión de sus gastos tanto financieros como operacionales con respecto a su capacidad para crear beneficio. Estas empresas son las llamadas “blue chip”, que se caracterizan por su gran capital, estabilidad y reparto de dividendos.
Después de la crisis de 2008, nos encontramos en el ciclo alcista más largo de la historia reciente, viendo cada vez más datos de una ralentización de la economía. Esto, junto con las señales de desestabilización política entre diferentes países y el aumento del endeudamiento de las economías de los últimos años, anima a los inversores a dedicar cada vez un porcentaje mayor de sus carteras a valores con menor volatilidad, más estables y con unos ingresos periódicos. A esto se le puede añadir la situación de tipos de interés en mínimos históricos, que anima al inversor a buscar mayor rentabilidad y un sustitutivo en la renta variable vía dividendo.
Por otro lado, esto se produce sin llegar realizar un movimiento de sus inversiones a la renta fija, debido también a que todavía no se ha entrado en una recesión del ciclo económico y se quiere aprovechar hasta la última gota de la mayor rentabilidad que todavía está ofreciendo la renta variable con respecto a la renta fija. En la medida en la que aflore un miedo más latente hacia una recesión, los inversores buscarán valores más seguros en la renta fija.
Dentro de estas empresas, se preferirán aquellas con más estabilidad y que tengan estimaciones o planes de retribución de aumento de dividendos, en vez de aquellas que, aunque dando un dividendo alto, se puedan ver obligadas en el futuro a realizar recortes en su política de retribución y, por lo tanto, no den tanta confianza al consumidor.
A la hora de ver la cotización de estas empresas, se tiene en cuenta cuál es la rentabilidad que ha dado en cuanto a la cotización del precio, al igual que la de su dividendo. Si nos encontramos en el día de reparto de dividendos, la cotización en mercado baja descontando los dividendos repartidos, ya que es un dinero que sale de la empresa. Por otro lado, este reparto de dividendos también asegura al inversor que, en el caso de una caída de la cotización, la disminución de la rentabilidad no sea tan grande al estar recibiendo unos dividendos de forma periódica que compensan la caída de rentabilidad en mercado. Esto también consuela al inversor minorista en caso de sufrir una caída en la cotización de su compañía, porque seguiría recibiendo un dividendo.