Estados Unidos está apostando fuerte por el abaratamiento del precio del crudo para ser el único Rey Midas del oro negro desde la revolución industrial y los motores de combustión. Como ocurriera a finales del siglo XIX, EE.UU. quiere ser el único que abastezca al mundo con su crudo, el Rockefeller de la producción mundial de petróleo.
Está apostando fuertemente a la baja contra el mercado ruso y los Emiratos Árabes. Quiere desabastecer sus pozos hasta que los costos de producción y distribución no sean tan rentables como en el último siglo.
La nuevas tecnologías de extracción como el fracking, su situación económica mundial, su orografía costera a ambos lados del país y su hegemonía en los mercados financieros mundiales (Wall Street) hace que la puesta sea firme y esté derrocando a productores menores con fuertes reservas en la zona latinoamericana. Un órdago en toda regla que puede desembocar en algo más que en una simple guerra de precios y hegemónico reino productor.
La tendencia del precio del crudo es bajista y seguirá siéndolo hasta que alguno de los grandes productores no pueda contener más la caída y abaratamiento de los precios. Mientras nadie ceda, el beneficiado es el consumidor final. Una guerra de precios por ser el más poderoso de los poderosos.