Que duda cabe que el entorno económico mundial está jugando una partida energética pesada y que lastra a muchas economías y entidades dedicadas al crudo. Además, China se desinfla sin que muchos sepan argumentar con precisión los motivos. Japón no ayuda con su eterna crisis y EE.UU. se está encontrando con la posibilidad de una subida de tipos desde la Reserva Federal (Fed) y que ello recuerda al impacto que generó en los mercados en los años 90 un escenario muy parecido.
Dicho esto, es obvio, que Europa podría ser diferente, pero lamentablemente a esto hay que añadirle la incertidumbre política en España. Inglaterra grita en silencio no ser Unión Europea. La amenaza terrorista sigue siendo latente y el euro no se sabe hacia donde apunta; si paridad o apreciación.
La economía no deja de ser algo imprevisible cuando ésta es más global que nunca. Los modelos de producción están transformando parámetros sociales y, en consecuencia, políticas a aplicar. La razón de todo ello no es más que el desarrollo tecnológico como nunca había sucedido.
Posiblemente nos encontremos ante un cambio generacional importante, y ello obliga a replantear pilares que antes eran impensables. Un periodo de ajuste y de impactos difíciles de digerir en unos cuantos años. La crisis ya pasó, ahora viene la adaptación mental de liderar un nuevo siglo.
Volverán los felices años veinte de nuevo, estos serán los del siglo XXI. Hasta entonces sinergias, escalas, decesos y realidades antes de emprender nuevos sueños.
No piensen que me olvido. Europa y España en ella, no dejan de apostar a chica pensando que las partidas se ganan así. Parece que el mundo maneja otras barajas y aquí nos empeñamos en seguir viviendo de las ruinas romanas como si fueran los cimientos de la sociedad eterna.
No olviden nunca algo, están a dos generaciones del olvido, y sólo los jóvenes y los viejos se indignan, el resto piensa y desarrolla. Me temo que España y Europa se ha envejecido y por eso se indigna y recuerdan a sus abuelos.