En el período 1950-2012, la economía española registró, en promedio, un déficit del 1,9% del PIB en sus cuentas anuales con el exterior
En principio, el saldo deficitario histórico de España se podría achacar a un proceso de convergencia en renta per cápita con Europa. Sin embargo, aún en presencia de factores de convergencia, el déficit por cuenta corriente se puede volver problemático cuando se cuestiona su sostenibilidad.
Tras el mayor déficit de su historia reciente, España comienza en 2008 una etapa de corrección del saldo deficitario externo
El deterioro que comienza en 1995 y culmina en 2007 con un déficit del 10% del PIB dió paso a un ajuste acumulado del 89% en cinco años. La disminución del déficit ha venido acompañada de caídas en la inversión privada y las importaciones, una depreciación real de los costes laborales unitarios y la expansión de las exportaciones, esta última en ausencia de la devaluación cambiaria como mecanismo de corrección.
Por primera vez en 26 años, la economía española lograría cerrar 2013 con un moderado superávit en la balanza por cuenta corriente
Una vez alcanzada esta marca, la clave es discernir en qué medida el ajuste dará paso a una situación en la que España genere superávits por cuenta corriente en su componente estructural o de largo plazo.
El deterioro del saldo deficitario de la balanza por cuenta corriente tuvo un componente estructural elevado
Asimismo, el proceso de reversión observado desde 2008 se ha apoyado, en una primera fase, en la disminución gradual del déficit estructural y la generación de superávits cíclicos y, en una segunda fase, en la disminución pronunciada del componente estructural del déficit. Las contribuciones más relevantes al déficit estructural se encuentran en la evolución de la inversión, la PIIN y la demografía.
En el horizonte 2013-2020, la economía española alcanzaría y mantendría superávits estructurales en la cuenta corriente
La generación de superávits estructurales aliviaría la presión financiera que ejerce el elevado endeudamiento externo sobre las decisiones de los agentes económicos. Además, la aparición de superávits estructurales podría significar un cambio en el patrón de crecimiento de la economía que habría de apoyarse en la reorientación de los recursos productivos hacia los sectores exportadores y la consecución del ahorro energético.