Las actas de la reunión de política monetaria de la Fed dejaron en claro que no hay unanimidad de criterios entre los miembros del FOMC acerca del mejor momento para elevar los tipos de interés.
Dado que esta cuestión está en el centro de la discusión en los mercados globales, cada palabra de estos comunicados suele ser desmenuzada para entender los próximos pasos del organismo. Lo que sí queda claro es que la Fed no parece dispuesta a derrochar el capital que obtuvo en los últimos años a fuerza de inyectar billones de dólares en el circuito, y que llevó a la primera economía del mundo a salir de su peor crisis desde los años 30 del siglo pasado.
Claro que estas acciones dejaron consecuencias: un dólar muy débil, un euro fuerte que carcomió a Europa, crecimiento de las economías emergentes -lo cual llevó a la confusión de pensar que estaban bien administradas, como en gran parte de Sudamérica-, y otros efectos, que se ven diluídos en estos tiempos. Y esto sucede precisamente porque los mercados anticiparon un alza de tipos de interés que, reunión tras reunión, va siendo postergada, y que va quitando sentido al enorme rally del dólar de los últimos doce meses.
Justamente, la Fed expresa como parte de su argumento para explicar por qué se ralentiza el crecimiento de la economía local que un dólar tan fuerte perjudica las exportaciones, y naturalmente torna menos competitivo a Estados Unidos frente al resto de las naciones. Pero el verdadero motivo hay que buscarlo en la inflación: con el objetivo del 2% anual muy lejos, y sin perspectivas, en la óptica de la Fed, de que este sea alcanzado en los próximos tiempos, no hay por qué pensar en una normalización de los mercados, salvo alguna circunstancia excepcional.
Ante el comunicado, los mercados reaccionaron como lo vienen haciendo en los últimos tiempos, con un ida y vuelta del dólar que es muy típico de cuando la moneda norteamericana no ofrece un rumbo definido. Mire lo que sucede en todos los mercados: se espera un dólar fuerte -un súper dólar se llegó a decir-, y no hay quien no crea que esto va a suceder tarde o temprano; pero no hay noticias que lo justifiquen, y de allí salen estos movimientos tan anodinos, tan estrechos en los rangos de precios.
Y así como el dólar no pasa por sus mejores días, el euro tampoco, aunque tiene algún motivo para tomar fuerza. Al margen de cuestiones técnicas, que nos siguen haciendo pensar en un precio de 1,16, salvo el quiebre de 1,1040/50, las distintas mediciones de PMI de Europa conocidas a primera hora hablan de un crecimiento de los sectores manufactureros y de servicios; lo mismo sucede con la libra Esterlina, que se vio favorecida con la cifra de ventas minoristas en Reino Unido correspondiente al mes de abril.
El yen, en cambio, se muestra débil, y cerca de sus mínimos del año, por ahora en 122,05, pero cuyo quiebre lo llevaría a su más bajo valor desde julio de 2007. En la sesión asiática del viernes el Banco de Japón dará a conocer su comunicado de política monetaria, muy esperado por los mercados esta vez, y que impactarán de lleno en los precios de la divisa local.
Para la sesión americana, las peticiones semanales de desempleo, a las 8:30 del este, las ventas de viviendas existentes y el índice de la Fed de Filadelfia, ambos a las 10:00, completan el calendario de noticias.