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La autocomplacencia, peor enemigo de los mercados, se ha instalado en ellos

Publicado 09.01.2013, 10:20
Actualizado 09.07.2023, 12:32
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Domingo M. López está a punto de cumplir 80 años. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a compaginar la gestión de un negocio familiar de hostelería con la especulación pura y dura en Bolsa, antes más que ahora. "La fuerte penalización fiscal limita mucho los movimientos a corto. No es rentable esta postura", me dice. Domingo es un viejo sabueso. Barrunta muy bien las tormentas. También, los cambios de tiempos favorables. Lo vi hace unos días en el salón de operaciones de la Bolsa de Madrid. Su figura escuálida resaltaba en medio de un parqué vacío. "La gente le va perdiendo poco a poco el miedo a la Bolsa y es posible que en los próximos meses aún lo pierda más ante la caída esperada de los tipos de interés de los depósitos bancarios. La gente tiene menos miedo, porque considera que los Estados, Papá estado, va a impedir quebrantos en los mercados. Los niveles de complacencia actuales son similares a los de 2000, momentos antes del crash de los valores tecnológicos (marzo de 2001). Este es el gran problema añadido. Digo añadido y lo recalco, porque los problemas estructurales de fondo siguen sin arreglarse. Las montañas de deuda acumuladas por Estados, Empresas, Familias e Individuos son gigantescas. Tengo asumido que la Deuda Total no se pagará nunca y que las pérdidas las asumirán los tenedores de esas deuda, por lo que recomiendo huir de los efectos manada y del contagio".

Domingo insiste en que "la autocomplacencia se ha instalado en los mercados, con el añadido de que no encontramos informes de situación desfavorables. El efecto manada proclama desde hace varias semanas que la mejor inversión para 2013 es la Bolsa. Ya sabemos todos lo que sucede cuando los participantes en el mercado se sitúan en el mismo lado de la barca, cuando los participantes no reparten la carga convenientemente. No olviden estas consideraciones", sentencia.

He hablado con algunos gestores del asunto y me dicen que los pocos inversores finales que siguen en pie han mostrado una manifiesta autocomplacencia porque creen que los bancos centrales saltarán a escena en un momento determinado para evitar desastres en los mercados.

Pocos expertos niegan, no obstante, que los mercados de valores atraviesan un momento lleno de riesgos. El escenario de cuento de hadas, en el que se combina un elevado crecimiento con unos reducidos niveles de inflación se está esfumando a la misma velocidad con la que se incrementan los riesgos geopolíticos en China, Países Árabes, Rusia, etc y el espíritu revolucionario que se extiende por Latinoamérica o la crisis potencial en torno a Irán. Son los parámetros, en definitiva, que siguen vigentes en la actualidad.

Otros analistas siguen viendo similitudes del entorno actual con la crisis vivida en 1987. Entre las similitudes encontramos un importante déficit fiscal y de cuenta corriente en los EE.UU., un dólar en fase de depreciación, un incremento en los precios de las materias primas, mercados emergentes al alza y la fuerza de instrumentos derivados. A esto, se añade el hecho de que, tal y como ocurre desde hace unos días, se obtenían grandes beneficios en poco tiempo, lo que se traducía (y traduce) en un elevado grado de auto complacencia por parte de los inversores.

La autocomplacencia se ha instalado en determinados sectores del mercado, aun a sabiendas que es mala compañera de viaje. Los grandes gurús dicen que lo peor está por llegar, pero los habitantes del reino de Jauja ya han tomado asiento en los mercados. Insisten en que Papá/s Estado/s nos hará ricos y felices a todos.

Si las cosas continúan como en las últimas tres semanas habrá que convenir que la autocomplacencia ha vuelto a campar en los mercados de acciones. Es la peor noticia.


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