Como si de un matrimonio se tratara, la viabilidad económica de un país a medio y largo plazo depende de la confianza. Esa palabra dichosa que planea en todo lo que hagamos en nuestra vida.
Y es que, la pasta, el parné, la plata, va allá donde se siente más amada, mejor cuidada, como cualquier ciudadano puede entender o debería entender. Es así, inevitable.
España está sufriendo unos primeros indicios de desconfianza por parte del dinero para poder generar inversiones y prosperidad. El capital no se atreve a darnos un beso a nuestra querida España para poder engendrar ese niño industrial y poder crear riqueza y un mejor futuro para todos nosotros.
Y es que para todos aquellos que creemos en el capitalismo como base de la libertad del individuo y la posibilidad de elegir querer hacer cosas en plena libertad social y económica, en estos momentos, hay algo que está frenando que la rueda capital cese en su voluntad de hermanarnos en los años venideros.
Esperemos que sea un espejismo y no se demore esta inestabilidad y acabemos siendo un pais bipolar, excluidos por el mejor de los trenes de este siglo XXI, el capitalismo.