Fue allá en el 29, ya saben, lo del crack bursátil en Nueva York. Curiosamente, un mes antes del histórico cataclismo de aquel jueves 24 de octubre había promesas y apariencia de una creciente prosperidad. Un optimismo brutal sustentaba la orgía especulativa del momento. Había libros y políticos que hablaban que las crisis nunca serían traumáticas por la organización comercial y los mercados globales, fíjate tu.
En esa época, Winston Churchill era ministro de Hacienda en el gobierno conservador inglés de Stamley Baldwin, concretamente entre 1924-29. Churchill era asiduo a dar conferencias por Estados Unidos y visitar a amigos, algunos de los cuales fueron sus consejeros, ya saben, gente de banca.
Invierte por aquí, por allí, un poquito de dinero rápido nunca viene mal en la radiante y hegemónica bolsa Neoyorkina. Unos cuantos miles de dólares de la época se habla que fueron sus inversiones y sus pérdidas. Otros hablan de una verdadera fortuna.
El hecho evidente es que fue tentado por el caramelo especulativo y a pesar de disponer información privilegiada de un entorno financiero dominante, también hizo crack, como Groucho Marx, otro de los famosos afectados de aquel jueves negro y sucesiva depresión.
Tomen ustedes buena nota, no por poder perder dinero en bolsa, que es algo evidente dados los riesgos, sino porque las "buenas" noticias mediáticas y la interpretación de las mismas que apuntan a ese inicio de prosperidad donde también sube la bolsa, bajan los tipos y los impuestos, puede que sea el pan de hoy para que el más frágil e ignorante crea cosas que no son por mera convicción. Y luego vete a reclamar , que donde dije digo digo diego.