La digitalización afecta a todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos: desde la forma en la que compran hasta el medio con el que lo hacen. La evolución ha llegado también al dinero en sí mismo, con la irrupción de activos como las criptomonedas y otras formas de dinero virtual. Ese es el ejemplo de las CBDC o monedas digitales emitidas por los bancos centrales, que nada tienen que ver con activos con el bitcoin: se trata de la evolución natural del dinero al rápido progreso tecnológico.
Actualmente, la gran mayoría de los bancos centrales están investigando la posibilidad de las monedas digitales, después de un relativamente corto periodo de escepticismo: un 20% de estas instituciones a nivel mundial están pensando en lanzar una CBDC comercial a medio plazo, según datos del BIS. Pero si bien la investigación está avanzando muy rápidamente, la implementación está aún en sus primeros pasos
Estrictamente hablando, solo podrían emitir una CBDC una vez que todos los ciudadanos tuviesen las herramientas necesarias para acceder y usarlas. Un reciente informe del FMI revela que solo 40 instituciones de las 174 analizadas tendrían el estatus legal adecuado para hacer esta emisión.
De lanzarse, el diseño debe cumplir varios criterios, como el acceso universal a dinero del banco central, especialmente en aquellos países en los que el uso del efectivo está cayendo; el aumento de la competencia del banco central en los medios de pago (aunque esta es ya bastante alta en el sector); una mejor estabilidad financiera gracias a la reducción de los riesgos bancarios; el mantenimiento del control del sistema monetario; cumplimiento del marco normativo y ciberresistencia.
Estos se suman a otros requisitos específicos publicados por el BCE en distintos escenarios para que un CBDC sea viable en un sistema monetario moderno. Los bancos centrales buscan así “mantener el control tanto de los sistemas de pagos como del sector financiero más en general y defender el atractivo de su propia divisa” ante la irrupción en el sector financiero de las grandes tecnológicas. A esto se suma que hay compañías que están trabajando en sus propios tokens, como la Asociación Diem creada por Facebook (NASDAQ:FB).
La estabilidad financiera es uno de los puntos críticos en el diseño de las CBDC, a lo que se suma la de precios, que es el objetivo más importante de un banco central. No obstante, podría ser muy difícil obtener ambas junto a una solución que sea también eficiente a nivel social.
Por otro lado, el efecto de las monedas virtuales en el propio sector bancario merece un análisis más a fondo. Al entrar en los depósitos comerciales, un banco central podría enfrentarse a una gran competición por parte de otras entidades privadas. Si la CBDC fuese solo una sustituta para la circulación de efectivo, no habría mucha polémica. En cambio, si esta sustituye los depósitos podría afectar al sector bancario y sería más significativo desde un punto de vista de las medidas a tomar. En este sentido, una CBDC podría convertirse en un instrumento realmente disruptivo en la contabilidad de un banco central.
La investigación sobre esta cuestión está aún en sus primeras fases. No obstante, hay quien apunta que la nivelación de las CBDC podría evitar los efectos negativos sobre el coste de financiación de los bancos y, al mismo tiempo, mantener las ventajas de la emisión de una moneda digital. El banco central podría limitar la cantidad de CBDC nominales disponibles para cada ciudadano (racionamiento de la cantidad) o introducir una remuneración dual para reducir el atractivo de la moneda digital como refugio de valor (racionamiento del precio). Asimismo, también se ha propuesto el escalonamiento de los tipos de interés de estas monedas digitales para asegurar una estabilidad financiera.
Al mismo tiempo, los efectos macroeconómicos y de estrategia geopolítica deben tenerse en cuenta. Por ejemplo, para algunos bancos centrales, como el Banco Popular de China, el tiempo es un activo de vital importancia en esta carrera.
No obstante, los costes y beneficios de esta nueva forma de dinero no están limitados a la esfera financiera: se extiende también al ámbito social y medioambiental. Desde una perspectiva social, las monedas digitales son instrumentos eficientes a la hora de mejorar la inclusión financiera y la transparencia, incluso a pesar de que se necesita regulación para prevenir el acceso a información privada y transacciones ilegales. Una CBDC sostenible podría contribuir además a establecer un vínculo entre las finanzas responsables y la contabilidad de los bancos centrales, lo que constituye, sin duda, un buen punto de partida.
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