Tras la comparecencia ayer de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, afirmando que las probabilidades de que suban los tipos de interés en la reunión de septiembre, y tras posicionarse a favor de dicha opción otros miembros de la entidad, tales como Esther George, James Bullard, Loretta Mester y Dennis Lockhart, con Powell más comedido y cauteloso, es momento de ver la fiabilidad que tiene la Fed entre el gran público.
Les resumo a continuación un artículo interesante que se publicó hace unos días en The Wall Street Journal al respecto:
“La Fed no es infalible, como así reconoció Eric Rosengren, presidente de la Reserva Federal de Boston. Y es que durante los 90 parecía que la Fed nunca se equivocaba. Ahora, después de más de una década de frustraciones económicas, el banco central se enfrenta a un mayor escepticismo del público y sus propias dudas sobre su comprensión de la economía estadounidense.
Los bancos centrales, otrora admirados en todo el mundo por su dominio de la economía, ahora son el blanco de las críticas de derecha e izquierda por los rescates del sistema financiero y su incapacidad para prever y gestionar las fuerzas que han sofocado el crecimiento global después de la crisis financiera.
Yellen reconoció la pasada semana que no podría haber imaginado hace seis o siete años que estarían usando las políticas que han puesto en marcha ahora, y lamentó que el gobierno tenga que depender tanto del banco para estimular la economía, mientras las discrepancias entre la Casa Blanca y el Congreso han paralizado la política fiscal.
No obstante, la Fed cree que las bajas tasas de interés ayudaron y que de no haber recurrido a esas políticas, hoy en día la inflación sería más baja y el desempleo más alto.
Sea como fuere, la confianza en el liderazgo del banco central ha disminuido. Una encuesta mostró que el 38% de los estadounidenses tenían mucha confianza o bastante confianza en Yellen, mientras que el 35% tenían poca o ninguna. La confianza en Alan Greenspan, en cambio, excedía del 70%.
Y argumentos no faltan para ello:
- La Fed no detectó las señales que indicaban que un sistema financiero más complejo era más vulnerable a la formación de burbujas. Ahora, en un entorno caracterizado por las bajas tasas de interés, las burbujas son, precisamente, una amenaza creciente.
- La entidad no previó la paulatina desaceleración en el crecimiento de la productividad laboral, que ha limitado el crecimiento.
- La inflación no ha reaccionado a los vaivenes del empleo del modo que la Fed proyectaba.
La Fed trata de subir las tasas de interés de corto plazo, pero la salud de la economía ha sido demasiado frágil para soportar más de un incremento moderado desde casi cero. Si Yellen demora más de la cuenta el elevar las tasas de interés, corre el riesgo de alentar la formación de burbujas. Si se apresura, no podría ahogar la recuperación económica. Y si USA vuelve a caer en recesión, la Fed seguramente no disponga de las herramientas adecuadas para combatirla”.