- La incapacidad de acometer reformas hizo inevitable la crisis rusa
- La distensión con Ucrania es imprescindible para revitalizar a Rusia
- La condonación de la deuda rusa sería imprudente
Los años de desinterés de Rusia por invertir y hacer reformas apuntaban a una crisis inevitable. En 2014, la crisis llegó en dos frentes; el primero de ellos en la confrontación con Ucrania desde principios de año y las sanciones resultantes, y luego con el hundimiento increíble en los precios del petróleo en los últimos meses.
Rusia y sus ciudadanos ya saben qué es esto y conocen la rutina. Todo se ve terrible en el momento, pero como dice el viejo refrán, los tiempos de crisis son también momentos de máxima oportunidad para trazar un nuevo rumbo.
Así que el giro positivo de todo esto es que podríamos ver un nuevo comienzo de Rusia en 2015. Sin embargo, una condición previa esencial para que este nuevo comienzo es una solución definitiva al problema de Ucrania, que ponga fin firmemente a la crisis política y financiera con Europa y los EE.UU.
Sin plena integración en la economía global, cualquier retorno afronta situaciones imposibles. El capital simplemente no fluirá dentro y fuera del país hasta que las sanciones no se hayan levantado, y la autarquía no es una opción.
La sugerencia del ex secretario de Estado Henry Kissinger para el conflicto con Ucrania sigue siendo el resultado más plausible: hacer de Ucrania una zona de amortiguación entre Rusia y la OTAN. En su discurso de fin de año a la prensa y la nación rusa, el presidente Vladimir Putin llamó al frente de la OTAN a través de Europa un "Muro de Berlín". Permitir que Ucrania permanezca en la esfera de influencia rusa permitiría, al menos, una zona más amplia de Bielorrusia y Ucrania para separar a Rusia de manera adecuada de los países de la OTAN.
Mientras escribo esto, la Unión Europea quiere un apoyo verbal a Ucrania más fuerte por parte de Putin, que no se echa para atrás. Pero démosle al proceso y a la crisis otros tres o cuatro meses, y tanto Rusia como Europa van a querer trabajar de manera más constructiva hacia una solución.
Los riesgos macroeconómicos siguen siendo muy altos si algunas de las dinámicas recientes se descontrola. Pero esperemos que la Navidad se convierta en un momento de mirar hacia adelante y de pensar de forma práctica en lugar de buscar la confrontación.
Sigo siendo alcista a largo plazo en Rusia. Puede ser ingenuo en este momento, teniendo en cuenta el discurso del presidente Putin este jueves, pero Rusia tiene los recursos y las personas para ser una gran nación; simplemente, no lo será con su actual política y enfoque económico, sobre todo en medio de un gran enfrentamiento y las sanciones externas.
Esperemos que esta crisis produzca un mandato positivo para el cambio y un nuevo y más equilibrado camino a seguir. En otras palabras, esperemos que las cosas hayan llegado a ser tan malas que el único camino ahora es hacia arriba. Si esa es la manera en la que ocurren las cosas, Rusia podría ser la mayor sorpresa positiva de 2015.