One Lucky Break…. Un golpe de suerte.
Un título muy afortunado puede cambiar tu vida. En un párrafo del libro The Intelligent Investor, escrito en la década de 1940, por Benjamin Graham, con libre traducción aproximada hecha por mí, encontré esta máxima.
De hecho, leí el libro hace más de un par de décadas. Por un curioso fenómeno de reacomodo de libros, lo devolví a mi mano y lo hojeé.
Relacioné esa frase con una consideración que me llamó la atención recientemente al examinar la cartera de valores de Berkshire Hataway, la compañía de inversiones de Warren Buffett.
De hecho, es algo que he hecho varias veces, con el objetivo de comprender qué elecciones tomó Buffett.
Pero adentrándonos más en el análisis, con otro punto de vista, y examinando los porcentajes de peso en cartera de las acciones individuales, era inevitable toparse con una evidente sobreponderación de cartera en una de ellas: precisamente la acción de Apple (NASDAQ:AAPL).
Buffett siempre ha dicho que no cree en las acciones tecnológicas. Fiel a su máxima de que el dinero real se hace con acciones sólidas y hay que tener paciencia y perseverancia para acumular riqueza, la tecnología siempre le ha parecido unas acciones poco fiables.
Hizo una excepción con el título de Apple. Sobre las que ha transgredido todas sus propias reglas, de elección de sector, de equilibrio de cartera, de diversificación.
Apple pesa 100 mil millones de dólares sobre una cartera de 391 mil millones de dólares (valor al 31 de marzo). Es decir, una sola acción representa un abundante 25% de toda la cartera.
La elección de Buffett fue extremadamente previsora. Apple acaba de ser comprada y guardada celosamente para verla crecer. Una plusvalía de decenas de miles de millones de dólares, me resultó difícil de calcular por la serie de compras realizadas con continuidad, en una suerte de plan sistemático de acumulación y reinversión de utilidades sobre la bolsa, en nuevas compras de la misma.
Así, Graham, en su libro, definió la ocasión de la vida como One Lucky Break: refiriéndose también a romper las propias reglas, para hacer una elección afortunada.
Invertir nunca es comprar un boleto de lotería, donde la probabilidad es de uno en muchos millones y la remuneración es muy alta. Pero se debe hacer una elección razonada sobre lo que puede crecer mucho, de vez en cuando. También tener la paciencia para dejarlo crecer.
Me desconcertó un señor distinguido que me habló de la herencia que había recibido de su padre: quien lo había invertido todo en las acciones de Roche (SIX:ROG), en la bolsa de Zúrich. Por décadas.
El valor de la herencia había sorprendido a todos. Una forma de invertir que violaba todas las reglas, de diversificación sobre todo. Pero fue One Lucky Break. Uno solo, agregaría.