La semana pasada se despidió con signo negativo en los mercados internacionales de renta variable, pero el saldo semanal fue en general positivo. La excepción fue nuestro mercado nacional, penalizado por los valores turísticos y bancarios. El IBEX 35 perdió un 2,36% en la semana, entrando en pérdidas anuales. Al otro lado del charco, la semana de la toma de posesión de Biden le sentó bien al Wall Street. El S&P 500 tocó máximos nuevamente y avanzó un 1,94% en la semana. Más favorecido salió el tecnológico Nasdaq, que cerró la semana en máximos históricos con una subida en los últimos cuatro días del 4,39%. Por otro lado, el repunte de la rentabilidad en el bono a 10 años estadounidense parece ahora controlado, habiéndose estabilizado en el entorno del 1,08%. Esto presupone que las previsiones inflacionistas se han moderado o, por lo menos, que se ha reducido la previsión del impacto que esta incipiente inflación supondrá en las políticas monetarias acomodaticias que están aplicando los bancos centrales.
La reducción del ritmo de subidas en los mercados de renta variable y la ausencia de una corrección significativa desde el rally iniciado en noviembre del pasado año, hace que sobrevuele entre los inversores una especie de sombra que amenaza con caer sobre las bolsas y provocar una importante corrección. Esta sombra se nutre del desigual ritmo de crecimiento de la pandemia y de la vacunación. La situación que vivimos en la actualidad parece llevarnos a una ralentización en el crecimiento previsto para este año 2021. Las limitaciones de movimiento que provoca la extensión de la pandemia y un ritmo de vacunación menor de lo esperado nos avocan a una recuperación más lenta y asimétrica de lo previsto.
Sin embargo, el escenario central sigue siendo el de un impacto limitado y no estructural sobre la economía. Esto no debemos perderlo de vista. Contaremos con unas políticas monetarias acomodaticias y unas políticas fiscales expansivas durante mucho tiempo. La vacunación avanza lenta pero inexorablemente y este año 2021 se confía en llegar al 70% de la población, aunque sea de forma asimétrica en los países.
La tentación de recoger la cosecha es grande, después del rápido crecimiento del fruto de los últimos meses.Es la tentación que sufren los viticultores cuando se acerca el mes de septiembre. Ven el fruto crecido, si vendimian evitarán los riesgos de tormentas que diezme su cosecha. Sin embargo, un fruto crecido no significa que tenga el grado alcohólico óptimo. Este grado alcohólico, que hace la cosecha más valiosa, se consigue en la fase final de la maduración de la uva. Conocidas son las disputas entre el enólogo y el viticultor, el primero pidiendo paciencia y el segundo exigiendo vendimiar. Pues bien, pobre del viticultor impaciente que vendimie sin grado su cosecha, porque será considerada de segunda y peor pagada. En la viticultura, como en los mercados, todo riesgo tiene su remuneración y seguir los consejos un buen enólogo, sobre cuando hay que cosechar, hará crecer nuestro patrimonio.
Los datos macroeconómicos nos dicen que todavía podemos mejorar el grado de nuestro fruto. La pasada semana se conocieron unos buenos datos de PMI manufactureros y de servicios de EE.UU. (59.1 y 57,5 respectivamente) y mejores de lo esperado en la Unión Europea. La semana entrante se conocerán más datos macro de los que se espera un tono no negativo. También será una semana intensa en resultados empresariales del último trimestre, que deberían transmitir un mensaje constructivo sobre la evolución de la recuperación.
En cualquier caso, podemos encontrarnos con viticultores impacientes que abran el paso para que la sombra de la corrección se apoderé temporalmente de los mercados. Si realizamos una buena gestión de estas oportunidades y construimos cartera con fruto de calidad, al que solo le falta la maduración de su grado alcohólico, veremos como el precio que se pagará por nuestra cosecha subirá considerablemente. Probablemente convenga incorporar cepas viejas a las que les está costando más madurar por las condiciones climatológicas actuales y que ahora están penalizadas en el mercado. Seguramente unas condiciones más normalizadas harán que con su fruto se produzca el mejor vino.