Con la corrección, o inclusoexplosión, por fin de la burbuja crediticia y de los hogares, China tratará por todos los medios de aliviar la enorme presión deflacionaria que caracteriza la caída de un ciclo crediticio. Y a esta presión para que China actúe también contribuyen los tres años consecutivos de deflación en los precios a la producción por el masivo exceso de capacidad.
El hecho de que el yuan se encuentre en niveles máximos históricos (teniendo en cuenta el ajuste inflacionario) no tiene sentido en este entorno, particularmente a la vista de los niveles mínimos del tipo de cambio que experimenta al mismo tiempo su vecino Japón (también teniendo en cuenta la inflación a mediados de noviembre).
Por tanto, en 2015, China pasa rápidamente y con decisión a devaluar su divisa a lo largo del año, uniéndose así a Japón y otros países en la lucha por importar inflación. Esto desencadena una oleada de devaluaciones en Asia y el riesgo de sanciones financieras y comerciales con Japón.