El próximo 4 de diciembre, los italianos están llamados a las urnas para aprobar una reforma constitucional que ponga fin a la inestabilidad política crónica del país. Si bien los sondeos auguran una victoria del 'no', tampoco conviene sacar conclusiones precipitadas, ya que las consecuencias dependerán sobre todo de lo que pueda acontecer después.
Los problemas que atenazan la economía italiana son graves y vienen de lejos. Durante el tercer trimestre, el PIB italiano solo ha aumentado un 2% con respecto al primer trimestre del año 2000. Grecia es el único país que registra una marca peor. Todos los demás países de la Zona Euro, a excepción de Portugal, han progresado más del 20% en dicho periodo. Desde comienzos del primer decenio del siglo XXI, el crecimiento italiano ha sido sistemáticamente inferior al de la zona euro.
Con todo, este mal dato no ha provocado grandes desequilibrios. "A diferencia de países como España, por ejemplo, el déficit por cuenta corriente de Italia no se ha disparado: en su punto más alto, en 2010, fue del 3% del PIB, frente al 10% registrado en 2007 en España. El déficit presupuestario ha sido del 5% en el momento álgido de la crisis y se halla por debajo del umbral del 3% desde 2012", explica Julien-Pierre Nouen, economista-estratega de Lazard Frères Gestion.
A pesar de la tan cacareada alineación de planetas (bajada del euro, de los precios del crudo y de los tipos...), la recuperación ha tardado dos años más en llegar a Italia que a los demás países de la Zona Euro. El crecimiento italiano sigue siendo flojo (+0,9% en un año). "Este mal dato se debe a unos problemas estructurales de calado agravados por las dificultades del sistema bancario italiano, lastrado por un gran número de créditos de dudoso cobro (un 12% frente al 6% que existe actualmente en España). Los problemas estructurales de Italia se deben sobre todo a la nula mejora de la productividad en esos casi quince años", subraya Nouen. Y añade: "Los motivos fundamentales de este estancamiento son numerosos: menor nivel de instrucción, grandes rigideces que dificultan la reasignación intrasectorial e intersectorial... Además, las previsiones demográficas apuntan a que el descenso de la población en edad de trabajar se va a agudizar en los años venideros. Por consiguiente, es de suma importancia acometer reformas estructurales en Italia".
Un país en busca de la estabilidad política
La necesidad de acelerar el ritmo de reformas y acabar con la inestabilidad política endémica italiana son las razones fundamentales que ha planteado Matteo Renzi para reformar la Constitución italiana. Tras dos años de debate parlamentario, el proyecto de reforma fue aprobado en abril de 2016. "El objetivo es poner fin al bicameralismo perfecto del sistema político italiano, en el que el Congreso de los Diputados ostenta los mismos poderes que el Senado. Pero como las normas de votación difieren en esas dos Cámaras, las mayorías pueden ser diferentes, un excelente caldo de cultivo para la inestabilidad política, al albur de los cambios de alianza o de la parálisis política, tal como ocurrió tras las últimas elecciones generales celebradas en 2013", comenta el analista de Lazard.
¿Cuáles serán las consecuencias a corto y a largo plazo?
A diferencia de lo ocurrido con el referéndum británico o las elecciones presidenciales estadounidenses, se cree que el 'no' ganará en el referéndum de Italia. "De hecho, los mercados ya se han posicionado de cara a esa posibilidad, por lo que creemos que es poco probable que se produzca un movimiento brusco si gana el 'no'. El contexto económico sigue siendo favorable (el PMI compuesto de la zona euro está en su nivel más alto desde diciembre del año pasado). La política del BCE debería limitar una eventual alza de los costes de financiación y el superávit por cuenta corriente hace de Italia poco dependiente de la financiación internacional. En todo caso, una victoria del 'sí' provocaría un fuerte repunte de los mercados", apunta Nouen.
Más allá del referéndum, es evidente que sería bueno restablecer un cierto nivel de confianza en el país. Según el experto de Lazard, "esto permitiría al sector bancario italiano recibir el dinero que necesita para sanear sus cuentas. Una eventual liquidación de las entidades bancarias más frágiles podría provocar volatilidad a corto plazo, pero no creemos que pueda generar una onda sistémica. En efecto, la bajada cercana al 50% de los valores bancarios italianos apunta a que los mercados ya han integrado este riesgo. Lo más probable, en caso de victoria del 'no', es que transcurran varios meses antes de la celebración de nuevas elecciones, el tiempo necesario para que se adopte una nueva ley electoral cuyos contornos quedan por definir. De seguir favorable la coyuntura económica, es probable que los mercados de renta variable se centren en otros aspectos hasta la celebración de nuevas elecciones".
A largo plazo, el experto comenta que, "independientemente de que gane el 'sí' o el 'no', lo esencial es que Italia siga con las reformas y que la población las perciba como útiles, lo que reforzaría su confianza. Y es que, si bien la confianza de los empresarios se ha mantenido más o menos estable desde principios de año, la de los consumidores, que no tiene tanto peso para el análisis de la coyuntura pero sí denota las tensiones políticas, no para de bajar, lo cual da alas a los partidos populistas".