El año pasado fue, en varios sentidos, un mejor año de inversión de lo que se podría haber esperado al comienzo. Las acciones mundiales (MSCI AC) aumentaron al menos un 11% según mediciones en moneda local y, gracias a una sostenida caída de los rendimientos de los bonos a nuevos mínimos históricos (al menos en Europa), los retornos sobre esta clase de activos generalmente estuvieron muy por encima de los pronósticos.
A pesar de que fue un año positivo en términos de inversión, también fue un claro mercado alcista a la defensiva. En los mercados de valores, las acciones de gran capitalización tuvieron mejores rendimientos que las de pequeña capitalización, el crecimiento fue mejor y los defensivos rindieron más que los cíclicos.
A nivel de sectores, la situación fue significativa: mientras que el sector de cuidados de la salud aumentó un 18%, la energía cayó un 12%. Finalmente, el rendimiento de los mercados emergentes quedó por detrás de los mercados desarrollados por cuarto año consecutivo.
La misma tendencia prevaleció en los mercados de bonos, donde a los bonos de alto rendimiento les fue mucho peor que a los bonos con categoría grado de inversión más seguros, y a los bonos de los mercados emergentes también les fue bastante mal.
Una sorprendente caída en los precios del petróleo
La mayor sorpresa del año pasado fue la pronunciada caída de los precios del petróleo. El precio del crudo cayó casi un 50% desde el pico en 2014 y en el momento se encuentra en el nivel más bajo desde 2009.
La caída de los precios es principalmente como consecuencia del aumento de la oferta y, hasta el momento, no hay muchos indicios de que esta caída finalizará, al menos hasta que se contenga la producción.
Mientras muchos especularon que la caída de los precios llevaría a una menor producción en EE.UU., esta sigue alcanzando nuevos récords. Al mismo tiempo, Arabia Saudí se negó a cortar la producción, poniéndose en el lado de la OPEC durante el proceso.
Finalmente, es tentador ver a la caída de los precios del petróleo como una extensión natural de las sanciones económicas contra Rusia, que puede interesar tanto a Estados Unidos (directamente) y Arabia Saudí (indirectamente). Por lo tanto, esta caída en los precios podría ser aún más pronunciada de lo que muchos pueden imaginar.
Para la economía a nivel mundial, los precios más bajos son un factor positivo y uno podría esperar que en el corto plazo haya mayores gastos por parte de los consumidores. Al mismo tiempo, la caída en los precios llevará a una menor inflación en los próximos meses.
Esto también es positivo con una perspectiva más amplia (en términos de mayor ingreso disponible y menores primas de riesgo, por ejemplo). Para varios bancos centrales, y particularmente para el Banco Central Europeo, una menor inflación implica un desafío, particularmente porque la zona euro se balancea al borde de la deflación.
Por lo tanto, se podrán esperar otras medidas de estímulo monetario desde el comienzo de 2015, que probablemente incluyan compras directas de bono del gobierno (flexibilización cuantitativa). Entre los efectos indirectos de la caída de los precios del petróleo se encuentra la extensión de los programas de flexibilización monetaria (Europa, Japón) o la reducción de la necesidad de ajustes (EE.UU.).
Alza del ciclo de negocios en el corto plazo
Gran parte del año pasado ha estado marcado por las preocupaciones por el panorama económico mundial. Esta preocupación se expresó principalmente a través de las proyecciones pesimistas de Europa y China, pero incluso la economía estadounidense por momentos se vio desestimada.
En términos generales, la economía mundial experimentó un crecimiento razonable durante el año pasado, pero al mismo tiempo sigue siendo cierto que la pronunciada desconfianza en la sostenibilidad del panorama económico se nutre del declive de lo que llamo ciclo de negocios en el corto plazo.
Generalmente son cambios en los inventarios en los ciclos de producción industrial y rara vez duran más de nueve meses.
A nivel mundial, el principal indicador de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos tuvo su pico en diciembre de 2013 y luego cayó durante los siguientes ocho meses. En Europa, el índice IFO alemán alcanzó el máximo en febrero y cayó pronunciadamente hasta octubre. No obstante, tanto el indicador de la OCDE como el índice IFO subieron durante los últimos dos meses.
En mi opinión, no es muy probable que la modesta ralentización en el crecimiento del 2014 venga seguida de una pronunciada recesión. En primer lugar, porque a la situación actual le faltan los desequilibrios que generalmente causan recesiones, esencialmente inflación y sobrecalentamiento de los mercados laborales.
Las recesiones generalmente ocurren porque los bancos centrales quieren una caída económica y fuerzan las circunstancias a través del ajuste de la política monetaria. Está cerca del polo opuesto de la situación actual, ya que la mayor parte de los bancos centrales del mundo están haciendo todo lo posible para impulsar el crecimiento económico. Finalmente, la política fiscal, tras años de ajustes, tendrá un impacto más neutral sobre el crecimiento económico en 2015.
El crecimiento sorprenderá positivamente
Por lo anterior, es posible que el crecimiento económico sorprenda positivamente durante el próximo año. Principalmente porque, una vez más, el ciclo de negocios en el corto plazo se encuentra al alza. Una fluctuación sin precedentes al alza sorprendería más en Europa, y como puede coincidir con la flexibilización cuantitativa del BCE, es probable que los mercados financieros respondan bien.
En EE.UU., será más difícil sorprender positivamente dado el aumento considerable del crecimiento en el 2014, pero aún aquí la recuperación puede continuar profundizándose durante los próximos años, más allá de las expectativas actuales. Hay razones para creer que la economía de EE.UU. podría crecer más allá de la potencial tasa de crecimiento por otros tres o cuatro años antes que llegue la amenaza de declive.
En China, el crecimiento está cayendo, pero es una consecuencia natural de una menor tasa potencial de crecimiento y por ahora no hay indicios de que la caída se torne incontrolable.
Conclusiones de inversión
El progreso económico junto con una continua política monetaria de expansión debería generar ganancias para los activos de riesgo en el 2015, principalmente en las acciones.
Parece probable que este año los resultados conducirán a los mercados de valores (en lugar de la continua expansión de E/P) y las ganancias generales en los precios pueden ser más moderadas que en los años anteriores. Esto se aplica principalmente a EE.UU., mientras que los mercados de valores europeos deberían poder aumentar significativamente si la recuperación económica iguala a los esfuerzos del BCE.
Para ambos mercados, los sectores cíclicos deberían presentar mejores rendimientos que los defensivos. Por el momento, la exposición a los mercados emergentes debería mantenerse al mínimo, enfocándose en los mercados asiáticos, particularmente China. Es prematuro ingresar a Rusia, ya que la crisis financiera continuará pronunciándose.
En el mercado de bonos, la próxima subida de las tasas en EE.UU. es un acontecimiento fundamental: cuando el mercado fluctúe hacia la normalizar la política monetaria, las tasas de interés podrían subir rápidamente.
Como sucedió en el 2014, esto podría ejercer presión tanto sobre los bonos corporativos de alto rendimiento como sobre los bonos de los mercados emergentes, y prefiero la infraponderación del crédito a favor de las acciones este año. En Europa, el panorama para el mercado de bonos es menos negativo que en EE.UU., pero no debería sorprender si el punto bajo de las tasas de interés coinciden con el anuncio del BCE del programa de flexibilización cuantitativa.
El retorno esperado en la mayoría de las categorías de bonos es muy modesto este año. En los mercados de divisas, continúo previendo un mayor fortalecimiento del dólar estadounidense, de la misma forma que pienso que el precio del oro caerá aún más.
Fuente: Saxo Bank
Fuente: Saxo Bank