“Cuando gane más podré…” Seguro que alguna vez en tu vida has pensado en todo lo que podrías hacer si tuvieses un salario más alto, empezando por ahorrar.
Según un estudio de Rastreator, cerca de la mitad de los españoles asegura que no ahorra porque no ingresa lo suficiente. Sin embargo, cuando por fin llega el ansiado aumento de sueldo o ese ascenso que estabas esperando, el problema del ahorro sigue sin solucionarse. En otras palabras, sigues necesitando ganar más para poder ahorrar.
Lo que sucede tiene un nombre, es lo que yo denomino la trampa del gasto creciente y uno de los principales motivos por los que la mayoría de personas no ahorran o necesitan salarios altísimos para ahorrar muy poco.
En qué consiste la trampa del gasto creciente
La espiral de gasto creciente es algo en lo que todos hemos caído alguna vez en nuestra vida, yo el primero. Esto es lo que me pasó a mí: en mi penúltimo año de carrera realicé unas prácticas remuneradas como ingeniero y me propuse ahorrar parte de esos ingresos sin éxito. En ese momento pensé que no podía ahorrar porque mi salario era muy bajo, que lo conseguiría cuanto tuviese uno mejor. Cuando terminé la carrera empecé a trabajar con un buen salario. ¿Adivina cuánto había ahorrado dos años después? Nada, exactamente lo mismo que cuando era becario.
Ganaba más del doble, pero también gastaba más del doble. Sin darme cuenta, había caído en la trampa del gasto creciente. Es decir, había adaptado mis gastos a mis ingresos de forma automática y sin darme cuenta.
Lo peor de todo es que cuando me paré a repasar en qué gastaba el dinero, ni siquiera era en cosas que de verdad me importasen o me ayudasen a ser más feliz. Casi todo eran necesidades artificiales, cosas en las que gastaba simplemente porque podía y tenía el dinero para hacerlo.
¿Se puede combatir la trampa del gasto creciente?
La mejor forma de evitar caer en la trampa del gasto creciente es adelantarse a ella. Es decir, no aumentar tus gastos cuando aumenten tus ingresos. La fórmula para hacerlo es ahorrar de forma automática por lo menos el 80% de tus subidas de sueldo o cualquier ingreso extra que te llegue.
Al final, si estás a gusto y contento con tu actual nivel de vida, gastar más no hará que seas más feliz. Sin embargo, aumentar tu libertad financiera sí puede hacerlo. De hecho, puede marcar la diferencia a nivel personal y profesional.
Esto no quiere decir que no puedas o debas premiarte a ti mismo por ese ascenso. Es más, es recomendable que lo hagas y para eso reservas precisamente un 20% de ese aumento para poder gastar algo más, si lo necesitas.
Uno de los hábitos de la gente con mucha libertad financiera es que conocen el valor real del dinero y evitan este tipo de trampas para gastar en cosas que no quieren de verdad. Con esta fórmula, tú también podrás hacerlo.
“Ganaba más del doble, pero también gastaba más del doble, así que seguía llegando a fin de mes con la cuenta a cero”, escribí en una ocasión. En eso consiste precisamente la trampa del gasto creciente y lo peor de todo es que es algo que hacemos de forma totalmente inconsciente.
“Es muy fácil gastar el dinero cuando lo tienes a tu disposición”, continuaba. Por un lado, la mente humana está diseñada para gastar ahora y no más tarde. Buscamos la recompensa inmediata y nos cuesta postergar las gratificaciones. Es lo que las finanzas conductuales denominan el sesgo del presente.
Por eso mismo, “lo más habitual es que tu gasto se adapte automáticamente a tu nuevo salario. Tienes más, gastas más, así de fácil”. Y lo peor de todo es que en muchos casos son gastos innecesarios. “Creamos necesidades que antes ni nos habíamos llegado a plantear, como cenar en restaurantes más caros o comer fuera de casa tres veces por semana”, dije.
Por otro lado, la propia sociedad te empuja a consumir más y a buscar determinadas facilidades según vas avanzando en tu carrera profesional. Un jefe debe conducir, vestir y vivir de una manera determinada acorde a su puesto. Es el llamado efecto arrastre o el sesgo de la conveniencia social y es muy difícil escapar de él. El problema es que todo esto tiene un precio, tu propia libertad financiera, la salud de tus finanzas.
Resístete al gasto creciente
Caer en la trampa del gasto creciente es muy fácil. Pero evitarla también puede serlo. La clave está en adelantarse a ella con una respuesta automática. Gastamos más cuando ganamos más, así que la solución es tan fácil como ahorrar un 80% de tus subidas de sueldo.
“Si ya estás a gusto y contento con tu actual nivel de vida, ¿por qué cambiarlo para gastar más en cosas que no tienen por qué hacerte más feliz necesariamente?”, yo me pregunto. Mi receta es sencilla: no quemar todo el dinero de la subida y guardar una parte, aproximadamente el 80%. El resto, un 20% de ese aumento “se puede utilizar y gastar como premio al trabajo bien hecho, porque es importante hacerlo”. Así estarás entrenando tu cerebro para ahorrar sin darte cuenta. Esta misma estrategia puedes aplicarla también a tu bonus anual para ahorrarlo y construir tu libertad financiera.
Puedes incluso poner coto a la trampa del gasto creciente sin una subida de sueldo. “Basta con preahorrar o separar todos los meses una parte de tu salario al principio de mes”, concluía.