Un reciente artículo de Ronan Manly, de BullionStar, nos hizo recordar el gran problema que tienen los bancos centrales en cuanto al oro.
En su texto, Manly nos transportó a la década de 1960, cuando ocho bancos centrales se unieron al London Gold Pool para defender una tasa de oro rígida de 35 dólares por onza. Al mismo tiempo, Estados Unidos estaba imprimiendo dólares para financiar la Guerra de Vietnam y el proyecto de la Gran Sociedad. Las actividades de EE.UU. causaron una gran preocupación en otros gobiernos. Francia no lo soportó y el general De Gaulle exigió el intercambio de sus reservas de dólares por oro. La operación se realizó, sin embargo, los Estados Unidos no pudieron satisfacer todas las potenciales demandas, por lo que en 1971 se tomó la decisión de romper el vínculo entre el oro y el dólar.
En los años siguientes aparecieron los contratos de futuros de oro, cuyo objetivo era crear un mercado alternativo. Los inversores debían abandonar el mercado físico del metal y pasarse a contratos en papel.
A finales de la década de 1970, apareció la idea de crear otra vez el London Gold Pool. En las notas de las conversaciones de los banqueros centrales de ese período se puede leer, entre otras, sobre la "necesidad de romper la fe de los inversores".
Con el tiempo, también hubo algo así como un mercado de préstamos de oro, donde los bancos centrales transfieren oro físico a los llamados “bullion Banks”, para luego ir al mercado, además de bajar el precio del oro. Muchos bancos centrales prestaron su oro hace mucho tiempo, pero el metal todavía aparece en los balances como "oro pendiente de pago".
En 1999, se hizo una propuesta de que el "oro pendiente de pago" y el metal de propiedad real se registraran en el balance general en dos líneas separadas. La idea fue fuertemente criticada, entre otros por el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo (BCE) y el Bundesbank, el cual dijo que tal cambio podría hacer sacudir el mercado.
¿Por qué tanta aversión al oro entre los banqueros centrales? El sistema creado por ellos se basa en el dinero vacío, sin respaldo en ningún activo material, y el rol de moneda de reserva global lo desempeña el dólar. El poder adquisitivo de las monedas individuales se está reduciendo todo el tiempo, pero este proceso rara vez atrae la atención del público, porque las monedas se devalúan a un ritmo similar (los bancos cooperan de manera coordinada sobre este asunto). Solo la comparación de monedas con dinero real, el cual es el oro, muestra la magnitud del daño causado por los bancos centrales.
La amenaza para los bancos centrales la representa el abandono potencial de la fe en el dólar y en otras monedas por parte de la gente y el movimiento hacia al oro. Esto significaría una desintegración del sistema, es por eso que los banqueros centrales conceden gran importancia a poder influir en el precio del oro.
Una década de reimpresión
Los escépticos podrían decir: "si el oro es una buena protección, ¿por qué cayó durante la impresión?" Sin embargo, si volvemos al inicio real de la compra de activos por parte de la Fed, notaremos en primer lugar una ruptura masiva del precio del oro. A partir de enero de 2009 (cuando la reimpresión ya estaba aprobada) hasta agosto de 2011, el mineral subió un 115%.
Al mismo tiempo, la reimpresión impulsó principalmente los precios de los activos (no afectó directamente a los precios de los bienes y servicios). En última instancia, si la Reserva Federal (Fed) compró bonos, impulsó el aumento en sus precios. A su vez, algunas de las personas que se deshicieron de los bonos transfirieron su capital a acciones o bienes inmuebles. El mercado estadounidense dominó los mercados emergentes.
En los Estados Unidos los activos crecieron más y el dólar se fortaleció. Todo era negativo para el oro, pero vale la pena señalar que, al mismo tiempo, el precio del mineral también fue subestimado por los bancos de inversión, por ejemplo, el Deutsche Bank (DE:DBKGn).
Al final, el precio del oro bajó de 1.900 USD a alrededor de 1.050 USD. Los mínimos se alcanzaron a finales de 2015/2016. Observándolo desde una perspectiva actual, sabemos que fue un momento muy importante, porque fue entonces cuando el entorno de los metales preciosos comenzó a cambiar. Había muchas razones, pero la más importante estaba relacionada con los planes de la Fed. La Reserva Federal estaba entrando en una fase de incremento lento en las tasas de interés, que tuvieron la ocasión de comprobar que la economía de Estados Unidos es bastante fuerte y puede soportar mayores costes de endeudamiento.
De hecho, para no traer problemas inmediatos a sí misma, la Fed necesitaba una mayor inflación. Gracias a esto, el aumento en las tasas de interés no sería tan doloroso para el presupuesto de los Estados Unidos y para las empresas cuya deuda sería devaluada.
Se hizo evidente que en los años siguientes nos veremos acompañados de tasas de interés reales cada vez más fuertes (es decir, tasas de interés que incluyen la inflación). En este entorno, los metales preciosos se encuentran más cómodos.
Los efectos no se van a demorar mucho tiempo; los metales preciosos crecieron bruscamente en 2016, unos meses más tarde tuvimos un pico en el mercado de bonos (en el caso de los activos, la creciente inflación disuade a los inversores).
¿Qué va a pasar?
Para determinar las perspectivas de los metales preciosos, es muy importante analizar la situación en la que se encuentra la Fed. En opinión de James Rickards, el objetivo de la Reserva Federal es llevar las tasas de interés a al menos al 3,75%. ¿Por qué? Si hay una recesión, el hecho de bajar de tal nivel las tasas de interés por parte de la Fed realmente influirá en la situación y podrá ayudar a la economía.
¿Cuál es la situación actual? Hace un par de días la Fed elevó las tasas de interés a un 1,75%. Es imposible alcanzar el nivel del 3,75% sin inflación; el coste de la deuda llevaría inmediatamente a una desaceleración de la economía. La Fed quiere evitarlo mientras sea posible (por eso es bienvenido un dólar más débil que impulse la inflación). Además, la Reserva Federal reduce el balance general, pero en este caso es muy posible un repentino retorno a la compra de activos para mantener el control de la situación.
En conclusión, lo más probable es que la Fed mantenga las tasas de interés mientras trata de controlar la situación en los mercados (principalmente en el de bonos) mediante posibles compras de activos.
Para el oro y la plata, esto significa que el ambiente crecerá, principalmente debido a una inflación claramente más alta que las tasas de interés.
El próximo rally del metal debería tener lugar en los próximos días. La subida de tasas planeada para el miércoles está incluida en los precios. Si la Fed no sorprende con sus declaraciones, deberíamos ver un aumento en el precio del oro y la plata, y por lo tanto, mayores cotizaciones de las compañías mineras. Parece que también los bancos de inversión más grandes, que recientemente han reducido su posición corta a los metales preciosos, se están preparando para tal escenario.