Los PMI manufactureros europeos que se publicaban a final de semana decepcionaron y supuso un giro bajista de las bolsas europeas, a las que también se unieron las estadounidenses, para cerrar una semana en negativo tras haber marcado máximos anuales en mitad de la misma. El mensaje dovish de la Fed descartando subidas de tipos este año y apuntando a solo una más hasta 2021 fue bien recibido por los mercados especialmente norteamericano, pero la reacción se vio truncada por la sombra de dudas que sobre el crecimiento sembraron los datos macro de final de semana. Los grandes beneficiados de esta semana fueron los bonos.
La rentabilidad exigida a la deuda se redujo de forma considerable llevando al Bund alemán a 10 años a rentabilidades negativas por primera vez desde el 2016. Por su parte la deuda española a 10 años redujo su tasa por debajo del 1,10% y lo mismo sucedió con la deuda estadounidense que marcó tasas por debajo del 2,45%, niveles no vistos desde diciembre del 2017. El efecto colateral es el aplanamiento aun mayor de la curva de tipos de la deuda estadounidense y que en momentos puntuales de la semana se invirtió, signo que es interpretado como un anuncio de recesión. De aquí las dudas que se trasladaron al parqué neoyorquino a final de semana que le llevaron a perder lo ganado durante la semana.
La garantía de liquidez que han aportado los bancos centrales para los próximos meses supone que las cartas que se querían ya están repartidas. Tras darse mus varias veces los intervinientes en esta partida, con declaraciones tajantes como las de Donald Trump o por los propios inversores deshaciendo posiciones a final del año pasado, ya solo queda jugar con las manos que están dadas. El soporte de liquidez ya está garantizado ahora hay que ver si la mano que tenemos fiada a los resultados empresariales y la mejoría de los datos macro es la ganadora. De aquí la importancia que a partir de ahora van a tener los indicadores macro y de resultados empresariales que vayamos conociendo. Nos van a ir marcando en el tapete si la partida del ciclo expansivo continúa o toca iniciar un nuevo reparto de cartas. Y en este caso recordar que al BCE ya no le quedan cartas en su taco.
La semana en la que entramos en este sentido apunta a ser crítica y de gran volatilidad. A la atención sobre los indicadores de crecimiento, como el IFO alemán que se conocerá el lunes, se une un nuevo capítulo de la novela del Brexit a la que cada vez le queda menos para finalizar. Pero que en lugar de llegar a un desenlace, como sucede en toda buena novela británica, la trama sigue complicándose. La prórroga dada por la UE es más corta de lo esperado.
Hasta el 22 de mayo, si aprueban el acuerdo actual, o hasta el 12 abril, si hay otros planteamientos. El órdago de la UE a la negativa de la cámara de los comunes al acuerdo de May está echado y los británicos saben que no tienen cartas para ganar por lo que deberían verse avocados a aceptar el acuerdo. Sin embargo cualquier situación es posible, incluido un no Brexit o una salida abrupta, y esto generara mucha volatilidad esta semana en las bolsas. Además esta semana una delegación comercial de Estados Unidos visita China. Cualquier noticia en sentido constructivo puede dar soporte a los mercados pero si no se observan avances en el acuerdo comercial los mercados se pueden resentir.
Una semana, por lo tanto, en la que se pondrá a prueba nuevamente nuestra paciencia como inversores de largo plazo, porque podemos ver realizaciones de beneficios tras el rally que llevamos este año ante el riesgo de inicio de un periodo de más volatilidad. Pero hay que ser pacientes porque la partida todavía no ha terminado.