Hoy, desde Patrimonia, nos gustaría lanzarles una pregunta que toda persona, titular de un patrimonio, por pequeño que sea, debería hacerse de forma recurrente. La pregunta es: ¿Qué pasaría si? Concretando, ¿qué pasaría si fallezco? ¿Qué pasaría con mi patrimonio?

De ahí la cuestión es clara o muy simple: ¿Tengo testamento otorgado? ¿Otorgar testamento puede facilitar a los que vayan a quedar? ¿Ese patrimonio que yo tengo, es mejor no hacer patrimonio y dejar al código civil hacer lo que tenga que hacer? Al hacer testamento la persona lo que va hacer es ordenar la sucesión y establecer una serie de reglas que pueden facilitar a los que queden la gestión de dicho patrimonio, evitando discusión o problemas que normalmente aparecen en el caso de las herencias.

Un esfuerzo por parte del titular del patrimonio para gestionarlo a través de un testamento facilitará la transmisión a los que queden.

No es algo agradable, no es algo a lo que tengamos que estar dándole vueltas cada día. Pero sí que sería necesario que cada dos o tres años, toda persona que tenga un patrimonio se lanzara esta misma pregunta: ¿qué pasaría si?, y ¿cómo debería estructurarlo? ¿cómo debería estructurar la sucesión? ¿cómo debería dejar mis bienes, con qué reglas y con qué condicionantes?

Además de todo ello, existe una segunda derivada, y la derivada es que en la actualidad vivimos más tiempo, y no siempre en las mejores condiciones. Nosotros estamos viendo, por ejemplo, gente mayor que llega a situaciones en las cuales ya no se puede valer al 100% de su capacidad, y que no están en condiciones de gestionar sus inversiones, una cuenta bancaria, o ir a un notario para poder vender el piso si ello fuera necesario. El determinar quién va a ser nuestro tutor y establecer lo que denominamos la autotuela también va a ser algo importante a partir de una cierta edad para facilitar la gestión de nuestro patrimonia y la gestión de nuestros ahorros.

Y por ultimo, plantearse si vale la pena, o no, el otorgar unos poderes en favor de una o varias personas de confianza, mancomunadamente, para que me ayuden a gestionar ese patrimonio. También puede ser algo interesante para evitar situaciones, como sería la incapacitación judicial, que requiere visitas periódicas al juzgado muy molestas, para que el juez, en protección de esa persona pueda gestionar ese patrimonio.