Indra (MC:IDR), como tantas otras compañías del Ibex, ha vivido en un rango lateral durante los últimos dos años.
Un sólido soporte alrededor de los 7,5 euros y una directriz ligeramente descendente han formado lo que, aunque podemos identificar en general como una lateralidad, estrictamente es una triángulo descendente, figura que con cierta frecuencia marca un suelo aunque no tiene la fiabilidad necesaria para convertirse en un elemento fundamental de juicio.
Esta directriz bajista del triángulo se rompió sin concesiones entre finales de julio y principios de agosto de este año, empezando a activar las alertas alcistas, que no acabaron de ser sólidas hasta que se rompió la última resistencia en el entorno de los 11,5 euros.
La importancia técnica de este nivel justificaría que al precio le haya costado tanto acabar de despegarse y también justificaría que, tras un doble ataque hasta pasados los 12 euros, haya protagonizado un throwback de vuelta a la antigua resistencia de los 11,5 euros.
El último movimiento ha sido para volver a despegarse de este soporte, lo que induce a pensar en el potencial alcista que podría tener este valor. Hasta que no se supere la nueva resistencia no podríamos estar seguros, pero la estructura parece suficientemente alcista como para arriesgarse a ir tomando posiciones.