La caída del metal precioso desde la zona alta del canal bajista tenía que parar en algún momento. Los niveles de sobreventa que se han alcanzado hacían inviable la prolongación del movimiento que, finalmente, ha terminado en los 1.120 dólares por onza troy.
Este suelo ha servido de apoyo para el último impulso del metal precioso, cuyo final esperamos para volver a buscar cortos hasta el soporte, en primera instancia, y hasta los 1.050 dólares como objetivo más ambicioso de medio plazo.