Tras un primer semestre volátil y, por ello, bastante complicado, los mercados de valores occidentales afrontan la segunda mitad del año con tres factores como principales focos de atención i) la macroeconomía, concretamente el crecimiento económico y la inflación en las principales economías desarrolladas; ii) la política monetaria de los bancos centrales de estos países, que estas instituciones intentarán adaptar a la evolución de las variables macro antes mencionadas; y iii) el desarrollo del conflicto comercial entre EE.UU. y sus principales socios comerciales: China, Canadá, México y la UE.
Comenzando por la macroeconomía, destacar que durante la primera parte del ejercicio se ha producido una clara disociación entre la evolución del crecimiento económico y la inflación en EE.UU. y en las economías de la zona euro. Así, en la primera de estas regiones, y gracias en gran medida a las políticas fiscales expansivas aprobadas por el Gobierno y el Congreso estadounidense, la economía está creciendo a un fuerte ritmo mientras que la inflación ha superado ya el objetivo del 2% establecido por la Reserva Federal (Fed) y es probable que se mantenga a estos niveles por un tiempo.
Este mayor crecimiento e inflación han impulsado al alza la divisa, así como los tipos de interés a largo plazo estadounidenses. Además, se está reflejando en los resultados de las compañías cotizadas y, por lo tanto, propiciando el mejor comportamiento relativo de la bolsa estadounidense en relación con los mercados europeas.
En la zona euro, por el contrario, el crecimiento económico se ha ralentizado de forma evidente, lo que condiciona las expectativas de muchas de las compañías cotizadas para incrementar sus beneficios a elevados ritmos, hecho que también se ha reflejado en el negativo comportamiento de las bolsas de la región en los últimos meses. Por su parte, el subyacente de la inflación sigue lejos del objetivo de cerca del 2% establecido por el Banco Central Europeo (BCE), aunque la tasa de crecimiento interanual del IPC ha repuntado con fuerza en los países de la región, impulsada por los precios de la energía.
No obstante, la debilidad estructural de la inflación subyacente da margen de actuación al BCE, como luego comentaremos. Este escenario de menor crecimiento y baja inflación ha lastrado la evolución del euro, haciendo que los tipos de interés a largo plazo de la región hayan divergido en su comportamiento en relación con los estadounidenses.
Esta divergencia entre la marcha de la economía estadounidense y de las economías de la zona euro también ha tenido su reflejo en las actuaciones de sus respectivos bancos centrales. Así, mientras que el primero sigue claramente en retirada, dando marcha atrás en sus políticas monetarias acomodaticias (tras dejar de comprar bonos en los mercados secundarios, comenzó a subir sus tasas de interés de referencia (lleva ya siete alzas) y anunció que dejaba de reinvertir el importe de los bonos de su cartera tras su vencimiento), el BCE está comenzando este proceso de retirada, aunque de una forma gradual y extremadamente ordenada.
En principio, a partir de septiembre, fecha en la que inicialmente acababa su programa de compra de activos en los mercados secundarios, el BCE reducirá las mismas a una mínima expresión para terminar con ellas a finales de año. Sin embargo, los tipos de interés oficiales a corto plazo no subirán en la eurozona hasta el próximo verano. Este escenario, en principio, debería favorecer a los activos de mayor riesgo en Europa, apoyados en una política monetaria todavía claramente acomodaticia, y podría, por el contrario, penalizar a la bolsa estadounidense si la Fed se ve obligada a acelerar “su retirada”, incrementando el ritmo al que está subiendo sus tasas oficiales para impedir el recalentamiento de la economía. Por tanto, los bancos centrales y sus decisiones serán fundamentales en la evolución de las bolsas en el segundo semestre de 2018.
Por último, destacar que, como ha venido ocurriendo en los últimos meses, las desavenencias comerciales entre EE.UU. y sus socios seguirán condicionando el comportamiento de muchos valores en las bolsas occidentales, siempre que no se atisbe una solución a este conflicto. Señalar que a partir del 6 de julio entran en vigor tanto las nuevas tarifas establecidas por EE.UU para algunos de sus socios como las que éstos, en represalia, han establecido para algunos productos estadounidenses.
De momento, varios sectores cotizados han salido damnificados de este “toma y daca” inicial, especialmente los relacionados con las materias primas minerales y los industriales, todos ellos más dependientes del comercio internacional. Aunque no creemos que este tema desemboque en una “guerra comercial” a gran escala, sí creemos que seguirán produciéndose escaramuzas, algunas de gran intensidad, que mantendrán en tensión a los mercados de valores, lastrando su comportamiento.
Cuando se vislumbre el inicio de una solución al conflicto, creemos que las bolsas lo celebrarán con importantes alzas. Hasta entonces, es complicado que estos activos puedan obviar este factor de incertidumbre y recuperar la tendencia alcista que mostraron a finales de 2017 y a comienzos del presente ejercicio.
Este escenario descrito invita a la prudencia, al menos en el corto plazo, por lo que nuestra recomendación es la de seleccionar muy bien las empresas en las que invertir, dando preferencia a las que muestren una elevada visibilidad en sus resultados, una fuerte capacidad para generar flujos de caja de forma estable y una atractiva política de remuneración al accionista, bien mediante el pago de dividendos, bien mediante la recompra de acciones. A lo largo de la semana iremos recordando algunas de nuestras preferencias.
Para empezar la semana, señalar que apostamos por una apertura a la baja de las bolsas europeas, en las que “la política” volverá a convertirse en el principal lastre. Así, la incertidumbre cada vez mayor sobre la supervivencia de la “gran coalición” de gobierno en Alemania, tras el rechazo del CSU, aliado bávaro del partido de la canciller Angela Merkel, al acuerdo sobre inmigración alcanzado por los líderes de la UE la semana pasada, pesará en el ánimo de unos inversores que ven con temor el impacto que en el crecimiento económico y en la estabilidad de una debilitada UE podría conllevar la convocatoria de nuevas elecciones en este país para después del verano.
Además, cabe destacar que durante el fin de semana, y como tratamos en nuestra sección de Economía y Mercados, el presidente de EE.UU., Donald Trump, se ha mostrado muy “activo” en declaraciones, declaraciones que hoy afectarán negativamente al comportamiento de varios sectores en bolsa, especialmente al del automóvil (Trump dejó claro que la amenaza de tarifas al sector del automóvil es su principal baza para negociar nuevos acuerdos comerciales con sus socios) y del petróleo (Trump instó este fin de semana a Arabia Saudita a incrementar en 2 millones de barriles al día su producción y acusó a la OPEP de manipular el precio del crudo).
Por lo demás señalar que durante la sesión se darán a conocer los índices de gestores de compra del mes de junio de los sectores de las manufacturas en EE.UU. y la zona Euro, los PMI e ISM, indicadores que deben aportar información sobre la fortaleza con la que acaba el trimestre el sector industrial en las distintas regiones del mundo. En este sentido, esta madrugada se han publicado los PMI oficiales en China, que han mostrado una ligera desaceleración del ritmo de expansión en junio en relación al mes precedente, producto, según los analistas, del impacto que ya está teniendo en este país el conflicto comercial con EE.UU.