Lisboa, 9 ene (EFE).- La campaña para los comicios presidenciales de Portugal comenzó oficialmente hoy, marcada por las acusaciones de tráfico de influencias hacia el favorito a la reelección, Aníbal Cavaco Silva, y el temor a que la presión de los mercados obligue al país a recurrir a la ayuda externa.
Los inversores mostraron su desconfianza la semana pasada sobre la situación del país, recelosos de su elevado déficit público y de que no pueda cumplir con sus obligaciones financieras, lo que ha disparado la especulación sobre un posible rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El actual presidente, Aníbal Cavaco Silva, de 71 años y todo un histórico de la política lusa -también fue primer ministro entre 1985 y 1995-, se presenta como garante de la estabilidad del país para revalidar su cargo, apoyado por los dos partidos de centro-derecha, el Social Demócrata (PSD, 81 escaños de 230 en el Parlamento) y el CDS-PP (21 diputados).
A estos comicios concurren otros cinco candidatos, aunque quien más opciones tiene de competir con Cavaco -líder de todos los sondeos- es el socialista Manuel Alegre, que cuenta con el respaldo de su partido (ahora en el Gobierno, con 91 escaños) y el Bloque de Izquierda (16 diputados).
Alegre confía en conseguir los suficientes votos como para forzar la segunda vuelta, aunque para ello tendrá que sobreponerse a la estadística, que dice que los tres presidentes que tuvo Portugal desde 1974 fueron siempre reelegidos al menos una segunda vez.
Los comicios se celebrarán el próximo 23 de enero y a las urnas están llamados 9,6 millones de portugueses.
La carrera presidencial ha arrancado con acusaciones hacia el actual presidente de la República lusa por haber recibido trato de favor para comprar en 2001 un paquete de acciones de la sociedad propietaria del Banco Portugués de Negocios (BPN) a un euro, precio sensiblemente más bajo del pagado por la mayoría de accionistas.
El dirigente vendió esos títulos dos años después a 2,4 euros la acción, lo que le supuso una plusvalía del 140 por ciento, hasta los 147.500 euros, según ha publicado estos días la prensa lusa.
Sus rivales exigen a Cavaco Silva que aclare quién adquirió su paquete de acciones -la compraventa se produjo en un período durante el que se mantuvo al margen de la política activa-, y denuncian que la operación se fraguó junto al ex presidente del BPN, José de Oliveira e Costa.
Oliveira e Costa fue secretario de Estado de Asuntos Fiscales en el primer Gobierno de Cavaco Silva, y hoy está procesado por presunta actuación irregular al mando del BPN, entidad nacionalizada en 2008 por riesgo de quiebra técnica tras descubrirse un agujero de 700 millones de euros en sus cuentas.
A este panorama de crispación política se le suma la presión cada vez más agobiante de los mercados sobre Portugal, lo que se tradujo en la subida de los intereses sobre su deuda soberana hasta máximos históricos (por encima del 7%) esta última semana.
En los primeros días de 2011, el país luso también vio aumentar el paro (+0,8% en noviembre), menguar la confianza de consumidores y empresarios a niveles nunca vistos antes y caer con fuerza la Bolsa de Lisboa (-3,9%).
Por contra, la semana pasada Portugal anunció que creció en 2010 el doble de lo esperado, en torno al 1,4 por ciento, y que el objetivo de reducir el déficit público dos puntos respecto al año anterior, hasta el 7,3 por ciento del PIB, se había cumplido con éxito.
Dos positivas noticias para el país que fueron anunciadas por el primer ministro luso, José Sócrates, ante el Parlamento el viernes, pero que tuvieron un reducido impacto entre los inversores.
Ayer mismo, la revista alemana Deir Zeitung hablaba ya en su versión web de que los Gobiernos de Francia y Alemania estudian pedir a Portugal que solicite cuanto antes la ayuda de la UE y el FMI.
El Ejecutivo luso, por su parte, insiste en que no se plantea recurrir a la ayuda externa y que el país presenta datos macroeconómicos que no le hacen merecedor de la desconfianza de los mercados.
Los inversores, sin embargo, parecen centrarse más en las necesidades de financiación de Portugal, que se estiman en cerca de 20.000 millones de euros.
Los analistas señalan que la verdadera prueba de fuego para el país luso será la emisión de esta semana, de entre 750 y 1.250 millones de euros en obligaciones del Tesoro a tres y diez años, al coincidir en pocos días con las de Grecia, España e Italia. EFE