Por Marc Frank
LA HABANA, 1 abr (Reuters) - Medios de comunicación estatales cubanos dijeron el fin de semana que 90.000 toneladas de petróleo y combustible ruso habían llegado al país para ayudar a aliviar los cortes de energía y la escasez de gasolina.
En 2022, Rusia reanudó algunos envíos de petróleo a la isla caribeña, después de que cesaron con el colapso de la Unión Soviética.
Sin embargo, según los datos de envíos, no hubo petróleo ruso que saliera hacia Cuba el año pasado, pese a que medios rusos informaron en junio de que se había alcanzado un acuerdo entre los dos Gobiernos para suministrar 1,64 millones de toneladas anuales de petróleo y derivados.
Jorge Piñón, que estudia la infraestructura y el suministro energético de Cuba en la Universidad de Texas en Austin, cifró el valor del envío en 46 millones de dólares. Piñón dijo que era demasiado pronto para saber si la llegada del petróleo significa que se reanudarán los envíos regulares.
Según el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, Cuba necesita anualmente 8 millones de toneladas de crudo y equivalentes, de las cuales 3 millones se producen localmente.
Venezuela es el principal proveedor petrolero de Cuba, pero los envíos han disminuido en los últimos años. El año pasado México exportó cantidades significativas de crudo a Cuba, pero no lo ha hecho este año.
Cuba lleva sumida en una crisis desde que comenzó la década, con un descenso del Producto Interno Bruto del 10% respecto de 2019, lo que ha provocado una escasez de alimentos, medicinas y otros bienes básicos.
El consumo de combustible ha rondado los 6,5 millones de toneladas durante este periodo, según el Gobierno, que ha dicho que en lo que va de año las importaciones de combustible han caído aún más, con apagones más largos y menos combustible en las gasolineras.
El aumento de la tensión social ha provocado más disturbios de los que se han visto en la isla desde la revolución de 1959 y una emigración masiva, principalmente a Estados Unidos.
El Gobierno comunista cubano culpa en gran medida a las sanciones estadounidenses de la crisis y a la subversión estadounidense de los disturbios, acusaciones que Washington niega.
(Editado en español por Javier López de Lérida)