París, 4 feb (.).- El impuesto sobre el carbono que se aplica en Francia se ha mostrado útil para reducir las emisiones del principal gas causante del efecto invernadero y ha tenido un impacto casi inocuo para el empleo industrial, según la OCDE.
En un estudio publicado este martes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que a un nivel de 44,6 euros por tonelada de dióxido de carbono (CO2) en 2018, el impuesto francés ha supuesto un aumento del 10 % del precio de la energía y eso ha provocado una reducción del 6 % del consumo en la industria entre 2013 y 2018.
Es más, el recorte de las emisiones de CO2 ha sido todavía mayor, del 9,2 %, ya que en términos relativos los industriales ha recurrido menos a los combustibles fósiles en beneficio de la electricidad.
El encarecimiento de los costes de la energía ha tenido un efecto negativo sobre el empleo industrial en las 8.000 empresas representativas utilizadas en el estudio, estimado entre el 2,6 y el 5,6 %.
La explicación es que esas compañías han mejorado su eficiencia energética, según los autores del estudio, que ponen el acento en que las pequeñas empresas que siguen activas no recortan sus plantillas cuando los precios energéticos se incrementan.
Sobre todo, el encarecimiento de la energía acarrea un desplazamiento de la producción y de la mano de obra desde empresas intensivas en energía a otras eficientes.
Ante esa constatación, la OCDE preconiza la adopción de políticas complementarias en el mercado de trabajo para atenuar los ajustes de la mano de obra entre empresas y apoyar a los trabajadores afectados con formación profesional y subsidios de paro.
Francia se dotó en 2014 de un impuesto sobre las emisiones de carbono que ese primer año fue de 7 euros por tonelada de CO2 y que ha subido progresivamente hasta los 44,6 euros en 2018.