En uno de sus más recientes informes sobre el estado de la economía mundial, el controvertido Fondo Monetario Internacional (FMI) nos señaló con datos preciosos lo que muchos sabíamos de manera intuitiva: La situación es realmente grave y va a empeorar. El FMI estima una contracción económica considerable. Es oficial. Estamos en una recesión muy profunda. Cuando decimos que la situación es grave, nuestra intención no es alarmar. Sin embargo, es difícil encontrar un adjetivo de menor intensidad para describir nuestra peor caída en 90 años. Por los vientos que suplan, la crisis del 2008 es un bebé recién nacido al compararse con el grandulón que tenemos al frente. Bitcoin está mostrando una preocupante correlación con el S&P 500, poco tiempo antes de su tercer halving. Lo que nos trae sentimientos mixtos. Muchas dudas, miedos e incertidumbres. Señores, estamos viviendo un momento histórico: El Gran Confinamiento.
Se viene hablando de una gran crisis desde hace mucho tiempo. Han pasado muchos años desde la última, la crisis del 2008, y sabemos por experiencia que este periodo de bonanza estaba durando ya demasiado. La macroeconomía se encontraba en “buena forma”. Sin embargo, estaba dando ya claras señales de desaceleración, porque los estímulos no estaban funcionando como antes. Muchos pensaban que habíamos encontrado, mediante a sofisticadas artimañas fiscales y monetarias, un auténtico paraíso. La cantidad de dinero en la calle y deuda era impresionante, pero lo curioso es que misteriosamente la inflación y el desempleo se encontraban en niveles óptimos. Normalmente, cuando tenemos el desempleo a niveles muy bajos, tenemos inflación. Pero si carecemos de inflación, tenemos desempleo, en una cadena de causas y efectos muy difícil de romper. Es por eso que muchos decían que de algún modo u otro habíamos encontrando Nirvana.
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Lo delicado de nuestra situación, antes de la llegada del coronavirus y hayamos entrando a esta nueva etapa que el FMI ha bautizado como el Gran Confinamiento, estaba en el producto interno bruto. Es decir, el dinero, los mercados y la deuda no estaban reflejando la economía real. Cuando se habla de economía real, se habla básicamente de la producción de bienes y servicios. En otras palabras, no estamos hablando de números en unas computadoras que sube y baja. Hablamos de cosas tridimensionales que podemos comer, tocar y oler. He ahí nuestro talón de Aquiles. Los mercados estaban sobrevalorados en relación al PIB. Para colmo de males, nos llega una pandemia que nos apaga la maquina casi en su totalidad. Gran parte de la humanidad en casa por cárcel, produciendo poco o nada. Una parálisis, que necesaria por razones de salud, pero catastrófica a nivel económico.
Al parecer, el capitalismo salvaje y despiadado es más compasivo de lo que muchos aseguran, porque en esta ocasión se ha escogido salvar vida por encima de evitar una gran crisis económica. Lo se creía imposible está pasando. Bueno, esto nos lleva a pensar en los problemas ambientales. El coronavirus nos está enseñando que sí podemos tomar medidas globales más radicales para poder frenar una catástrofe pese a los costos económicos. Muy interesante, ¿no?, pero lo cierto es que tenemos una crisis económica colosal en nuestras manos y el primer paso para superarla es realizar un diagnóstico. No hay que ser un genio para saber que estamos muy mal. ¡Graves! Sin embargo, necesitamos datos precisos para poder tomar las medidas pertinentes.
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En enero del 2020, las estimaciones todavía eran por supuesto optimismos. Es más, se anticipaba un leve crecimiento a nivel mundial. Este panorama ha cambiado radicalmente debida al coronavirus. Ahora se teme que el Gran Confinamiento llegue a ser nuestra peor recesión desde la Gran Depresión y mucho peor que la Crisis Financiera Mundial del 2008. Ahora bien, agreguemos un poco de contexto a esto. Durante la crisis del 2008-2009, la economía se retrajo en un 0.1%. Ahora se está planteando una caída global del 3% para este año. El crecimiento en Asia, por ejemplo, que en 2008 no sufrió tanto como en otras regiones, esta vez sí podría verse fuertemente golpeado. Después de 60 años de crecimiento continuo, el continente podría experimentar crecimiento cero. El PIB de Estados Unidos podría caer en un 5,6% y la zona euro en 7,5%.
El FMI prevé que el PIB de España caiga en un 8% este año y el desempleo roce el 21%. La caída para América Latina será un poco menos dramática que en España, pero igualmente brutal. La región toda verá (posiblemente) una contracción del 5,3%. México y Argentina, 6,6%. Chile 4,5%. Colombia 2,4%. Perú 4,5%. Y Venezuela tendrá una caída increíble del 15%. Algo terrible si consideramos que el país caribeño lleva varios años sumergido en una terrible crisis económica y humanitaria. España depende mucho del turismo y este sector ha sido prácticamente destruido con la pandemia que ha golpeado a ese país con especial crueldad. En el caso latinoamericano, el asunto se complica principalmente por dos cosas: Por el alto grado de informalidad de sus economías y por su dependencia del sector minero que es el primer sector afectado de una crisis como este por el simple hecho de que la demanda por parte de los países desarrollados disminuye dramáticamente.
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Primero, debemos mencionar que este informe del Fondo nos presenta solo estimados. Pero la cruda verdad es que todavía no hacemos cuándo se levantará la cuarentena en su totalidad, y esta es una pieza clave para determinar la gravedad de la crisis que se nos avecina. No es lo mismo que el confinamiento termine hoy a que termine en 6 meses. Pero hablemos de las soluciones. La solución más elemental es simplemente volver a trabajar lo más pronto posible. Lo otro es la inyección masiva de dinero a la calle y es lo que los bancos centrales están haciendo en estos momentos. Los entusiastas de Bitcoin siempre han criticado medidas como esta, pero es lo que hay que hacer. Llegó el momento de imprimir dinero como locos para evitar un colapso total. Segundo paso, es renegociar las deudas con recortes y aplazamientos. En resumen, todo lo que ponga dinero en el bolsillo de la gente.
Una crisis como esta crea un cuadro deflacionario terrible. Al todo bajar de precio, debido a la contracción económica, el desempleo florece. El dinero se fortalece demasiado y eso es sumamente perjudicial para la económica. Cuando la moneda sube, baja el consumo. Esto nos solo baja los precios, también baja los ingresos creando así desempleo y pobreza. Las inyecciones de nuevo dinero al sistema son necesarias para reaccionar el aparato productivo. Porque el dinero no se come. Nos guste o no, ahora necesitamos la intervención de los Gobiernos en la economía. Para que los precios de los activos suban, necesitamos liquidez. Sí, Bitcoin para crecer necesita que los bancos centrales impriman dinero. Nos esperan tiempos muy duros. Necesitamos mucha paciencia y sabiduría. Pero siempre debemos recordar que hasta las peores crisis son pasajeras. Esta también pasará y vendrán tiempos mejores.