Investing.com – No hay una imagen buena para el mercado de los bonos de Estados Unidos.
El dólar ha caído, lo que hace la compra de deuda estadounidense menos atractiva para los compradores extranjeros.
La reforma fiscal tiene a los inversores preocupados por que la inflación pueda dispararse y se coma las inversiones de renta fija.
El endeudamiento público va a engordar previsiblemente para financiar déficit presupuestarios cada vez mayores, lo que podría generar un exceso de oferta.
Y la Reserva Federal está reduciendo su abultado balance, vendiendo bonos del Tesoro y otros activos.
Todo esto ha impulsado el rendimiento del bono a 10 años a un máximo de cerca de cuatro años.
Muchos analistas afirman que un movimiento al 3% es un hecho.
Pero cuando el ‘rey de los bonos’ Bill Gross declaró recientemente a los bonos en un mercado bajista, su peor escenario no recibió tanta atención.
Si el paquete de recortes fiscales logra estimular el crecimiento económico al 5% en 2018, la rentabilidad del bono a 10 años podría alcanzar el 3,5%.