Gabriel Jiménez, es el desarrollador venezolano del Petro, la criptomoneda lanzada por el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
El desarrollador, aseguró en una entrevista a The New York Times desde el exilio, que el gobierno de su país cambió la idea original del Petro, cambiando su concepción de criptomoneda descentralizada para gradualmente convertirlo en un producto completamente diferente.
Jiménez, es un entusiasta de las criptomonedas aún antes de que se comenzara a trabajar en la idea del Petro, razón por la que decidió crear su propia iniciativa cripto.
Fundó The Social Us, una empresa de tecnología con la cual inició un proyecto ICO pretendiendo recaudar 20 millones de dólares para desarrollar un bot/curso de trading que ofreciera a los inversionistas “una guía en sus primeros pasos dentro del mundo de los bitcoins y otras monedas”.
A pesar de ser un ávido opositor al chavismo, no dudó al momento de aceptar trabajar con y para el régimen de Maduro. Venezuela es el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo y el Petro buscaba ser una moneda respaldada precisamente por esas reservas.
“Oportunidad de oro”
La oportunidad de oro para Jiménez surgió de la mano de Carlos Vargas, un prominente exdiputado opositor venezolano, líder del partido político “Un Nuevo Tiempo” que se convirtió repentinamente al chavismo después de sufrir un revés electoral.
De ser un diputado opositor al gobierno de Maduro, Vargas terminaría siendo miembro del equipo cerrado del presidente chavista. Vargas propuso a Jiménez trabajar en la creación de una criptomoneda para Venezuela e inmediatamente ambos se pusieron manos a la obra.
Jiménez, quien viene de formarse en países como República Dominicana y Estados Unidos, explicó que desde hace varios años se radicó en EE.UU, para luego, en 2015 regresar a Venezuela tras el triunfo opositor en las elecciones para la Asamblea Nacional.
Gabriel Jiménez aseguró que su proyecto era apolítico
Jiménez habría dicho que su labor para el gobierno de Maduro era “apolítico” y era para “darle fuerza a los venezolanos que pasan apuros para alimentarse por la inflación”.
Jiménez explicó al medio estadounidense The New York Times (NYT) que a su modo de ver, la intención del gobierno representaba una oportunidad para introducir una especie de “Caballo de Troya”, ya que el Petro sería un proyecto pensado para los venezolanos, que atendería los intereses gubernamentales, pero que al final dejaría a este último sin poder real para poder manipular su funcionamiento: “Esto se trata de darle oxígeno a una población, no a un gobierno”.
Jiménez se reunió personalmente con Nicolás Maduro y uno de sus ministros. Cuando le informaron que la intención del Petro era que estuviera anclada al precio del barril de petróleo, Jiménez no estuvo de acuerdo alegando que esto implicaría que el Petro fuera un bono, impidiendo así que los estadounidenses puedan comprarlo, debido a las sanciones.
“Tomaron control del proyecto y lo convirtieron en una suerte de bono petrolero” dijo. Sin importar su apreciación, Maduro continuó con el plan original.
Las conversaciones de Jiménez para tratar de que sus planes se impusieran a las del gobierno venezolano le permitieron llegar a un acuerdo en el cual el petróleo garantizaría un valor mínimo que el estado honraría a pesar de las fluctuaciones del token en el mercado secundario. Igualmente explicó que se aseguró de garantizar que el Petro correría sobre la blockchain de Ethereum.
Parte del equipo de The Social Us se opuso a trabajar para el dictador
El empeño de Jiménez por controlar el proyecto, lo llevaron al límite de arriesgar, no solo su muy beneficioso trato con el gobierno, sino incluso su vida misma. Jiménez había sido advertido anteriormente por su grupo de amigos y compañeros de trabajo de The Social Us, quienes enfatizaron que ”trabajar con el gobierno dictador de Venezuela no era buena idea, pues no solo se pondría en riesgo él sino también a todo el equipo”.
Sin embargo, él no tomó ninguna de estas recomendaciones y fue así como llegó hasta las últimas consecuencias. Cuando Jiménez le participó a sus empleados que debían de dejar todos los proyectos en curso para dedicarse solo al Petro, uno de ellos renunció en ese momento, alegando que no toleraría trabajar para un dictador.
Así lo hizo Daniel Certain, uno de sus amigos más íntimos quién lo llevó aparte para conversar y le dijo:
“No lo hagas, es mala idea”. “Nos vas a poner a trabajar para ellos y luego te van a quitar el proyecto de las manos cuando ya no les seas útil”.
Estocada final
Al final, Jiménez se convenció de que perdería el control del proyecto ante el Ministro de Economía, Carlos Vargas. Cuando intentó resistirse a compartir una copia digital del libro blanco, él le dijo por teléfono:
“Tienes que entender que esto es ahora un proyecto del estado. Si no entregas los archivos, no seré responsable de lo que te pase.”
Las palabras que Carlos Vargas le dijo a Jiménez en un momento, son más que suficientes para ver cómo en la política, el hilo que separa las advertencias de las amenazas es casi imperceptible.
Aspectos como la opacidad de las operaciones con la moneda digital, su funcionamiento centralizado, los fuertes controles burocráticos para su utilización y la arbitrariedad con la que el Estado maneja las políticas asociadas a su funcionamiento y cotización, hacen que el Petro no cale fuerte entre los mismos ciudadanos del país.
Jiménez se refugió en su departamento y, después, cuando ya no podía pagar la renta, en el departamento de su madre. Su ex esposa lo convenció de irse de Venezuela antes de que las autoridades finalmente decidieron arrestarlo.
En abril de 2019, vendió su Toyota (T:7203) Autana 2007 y compró un boleto con destino a Estados Unidos. Cuando llegó, se mudó con su padre; debido a una serie de sucesos completamente aparte, el padre de Jiménez esperaba comenzar a cumplir una sentencia de tres años por su papel en lavado de dinero en un banco caribeño.
Padre de Gabriel Jiménez acusado por lavado de dinero
Gabriel Jiménez es hijo de Gabriel Jiménez Aray, banquero venezolano que se declaró culpable ante fiscales federales en Estados Unidos, uno de los ejecutivos venezolanos responsables de la quiebra del Banco Peravia, en República Dominicana en 2014. Entidad de la que fue propietario hasta ese año y habría sido cómplice de las transacciones ilícitas vinculadas al gobierno de Nicolás Maduro y al esquema de corrupción que lavó miles de millones de dólares de las arcas del Estado, generando más de USD$ 2.4 mil millones en ganancias corruptas.
Admitió que se asoció con Raúl Gorrín y otras personas para adquirir la entidad bancaria con el objetivo específico de lavar más fácilmente el dinero de los sobornos y las triquiñuelas.
El desarrollador Gabriel Jiménez, vive en Oakland, San Francisco, en California. Donde espera que se apruebe su solicitud de asilo.
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