¿Recuerdan cuando el actor Matt Damon le dijo al mundo en un comercial del 2021 que “la fortuna favorece a los valientes”? Ahora recordamos esta eterna máxima greco-romana como el clímax de la euforia del último ciclo alcista de Bitcoin. La fortuna sí favorece al valiente, pero siempre termina castigando al temerario. ¡Ojo! La valentía no es sinónimo de estupidez o ingenuidad.
Claro que, para el fanático, nunca es un error comprar BTC. Al parecer, no le duele su bolsillo. “El precio no importa”. ¿En serio? Si el precio cae, no importa. Toda caída es una oportunidad de compra. Y, después de la caída, siempre vendrá la recuperación. Entonces, no hay riesgo. Porque la solución es esperar. El tiempo lo cura todo. Lo que se conoce como “inversión a largo plazo”. ¿Para qué gestionar el riesgo? No hay riesgo. ¿En serio?
El valiente asume un riesgo por un bien. El cobarde no asume ningún riesgo por miedo. El temerario asume riesgos por estupidez. La valentía es una virtud favorecida por los dioses del Olimpo. Pero sus extremos son vicios que debemos evitar. Lo que se requiere es el justo medio entre la deficiencia y el exceso. O, dicho de otro modo, el temerario es tan imprudente como el cobarde.