El mercado, al parecer, tiene una relación de amor-odio con la Reserva Federal. La Fed dice una cosa y el mercado hace otra. La Fed se preocupa por la economía y el mercado se emociona por las oportunidades. La Fed advierte de los riesgos y el mercado los ignora. La Fed hace un pronóstico y el mercado se lo toma como un reto. Es como si el mercado quisiera demostrarle a la Fed quién manda aquí. Pero hay un problema: la Fed tiene más poder que el mercado. Y la Fed no se va a rendir tan fácilmente. Así que, querido mercado: no pelees con la Fed. Al final, la Fed siempre gana.
El mercado parece que vive en una burbuja de ilusión. No le importa lo que diga la Fed, el organismo que regula la política monetaria de Estados Unidos. La Fed lleva tiempo avisando de que la economía se está desacelerando, de que la inflación es un problema, de que hay que subir los tipos de interés. Pero el mercado hace oídos sordos. Piensa que todo va a seguir igual, que la fiesta no se va a acabar nunca, que el dinero va a seguir fluyendo como un río. Pero eso es una fantasía. El mundo ha cambiado. Ya no estamos en los tiempos de bonanza de las últimas décadas. Estamos ante un nuevo escenario, más complejo y desafiante. Y el mercado tiene que adaptarse a esa realidad, o se va a llevar un buen susto. La Fed puede equivocarse, claro, pero no es tonta. Sabe lo que hace. Y el mercado debería escucharla, o al menos no ignorarla. Porque, al final, la realidad se impone. Y la realidad puede ser muy dura.
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