Como CEO de criptomonedas, sé que a menudo nuestro sector es incomprendido y criticado. A veces, la crítica es merecida porque no siempre hemos hecho nuestra parte para iluminar la utilidad y los casos de uso que impulsan el cambio positivo. Pero otras veces, se basan en la suposición de que todos los actores de esta industria son iguales, lo cual no es cierto.
Recientemente, el escepticismo alcanzó nuevas cotas con la épica caída de FTX, uno de los mayores exchanges de criptomonedas del mundo, y quizás el mayor ejemplo de la necesidad de supervisión regulatoria. Dado el posicionamiento de FTX, fue un salto increíble verlos enfrentarse a la insolvencia. Cuando se conoció la noticia, asistimos a una caída masiva del mercado de activos digitales. Los consumidores tuvieron que decidir si FTX -o cualquier entidad de nuestro espacio- es un administrador seguro de sus fondos.
Muchos pueden preguntarse si hay un futuro para las criptomonedas, y entiendo la frustración con el agujero que la industria ha creado. Pero hay un futuro para la tecnología blockchain y las criptomonedas, y no podemos perder de vista la utilidad y el valor de esta tecnología para hacer cosas significativas, desde optimizar las cadenas de suministro en todo el mundo hasta crear un acceso equitativo al sistema financiero global. La verdadera cuestión es cómo construir el futuro que queremos y que inspiró el desarrollo de esta tecnología en primer lugar. Y esa respuesta depende en gran medida de las normas (tanto técnicas como de la industria) y de las reglas, algunas de las cuales deben provenir de nuestros funcionarios públicos.