El mercado laboral en los Estados Unidos se encuentra históricamente muy ajustado con muchos empleadores compitiendo por una oferta limitada de trabajadores. Esto está subiendo los salarios, a pesar de las incertidumbres económicas para el próximo año. Estas subidas del salario no son una mala noticia como tal. Sin embargo, se convierte en una presión inflacionaria al no ir mano a mano con el crecimiento de la economía. Eso, por ende, complica bastante la lucha contra la inflación. O sea, la demanda se mantiene todavía muy fuerte. Y eso añade un poco más de peso a la labor de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
La economía estadounidense agregó 263.000 puestos de trabajo en noviembre. Según el último reporte, el crecimiento del mercado laboral se ha desacelerado un poco durante el segundo semestre del año. Sin embargo, todavía excede el ritmo pre-pandémico. Ese sobrecalentamiento sigue siendo una piedra en el zapato. El sector servicios, en particular, está muy ajustado. El asunto va así. La inflación salarial agrega demanda. Y esa demanda ejerce presión inflacionaria. Lo que significa que se hace una necesidad retirar más liquidez del sistema para bajar la demanda. Y, de este modo, intentar bajar la inflación.
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