Tesla (NASDAQ:TSLA), el famoso fabricante de autos eléctricos, es una de esas compañías que despiertan pasiones. Cuando hablamos de Tesla, existen básicamente dos tipos de personas, los fanáticos y los críticos. Porque esta compañía se ama o se odia. Al parecer, no hay punto intermedio. Tesla obviamente desafía muchas de nuestras preconcepciones y siempre tenemos problemas en categorizarla. Bajo un criterio, es una pésima compañía manejada pésimamente por un pésimo CEO. Sin embargo, tal vez la falla no yace en la compañía como tal sino en la balanza que usamos para pesarla. De pronto, es una compañía diferente y los viejos criterios no aplican más. Podríamos comparar a Tesla con Bitcoin en ese respecto. Los críticos ven a un patito feo, pero se equivocan de ave. Porque lo que es un patito feo con los viejos criterios en realidad podría ser un hermoso cisne, si es visto con otros ojos. Tesla y Bitcoin: ¿Fracasos o cambiando paradigmas?
Érase una vez cuando las compañías debían generar ganancias para ser consideradas como valiosas. También debían tener un plan de negocios o un producto bien definido. Preferiblemente, debían poseer activos tangibles en sus libros de contabilidad. En el pasado, se medía el éxito de una compañía por sus dividendos y por su posición dentro un mercado establecido. Coca-Cola (NYSE:KO), por ejemplo, es una excelente compañía según aquel estándar clásico de valoración. Es por eso que compañías como Facebook (NASDAQ:FB), Twitter, Google (NASDAQ:GOOGL) y Tesla son difíciles de digerir para inversores de la escuela vieja como Warren Buffett. No es que son malas compañías per se. De hecho, son excelentes compañías. Es más, son las compañías que están dando la talla en estos momentos. Sin embargo, es evidente que esta nueva tipología ha desafiado nuestros viejos prejuicios. En otras palabras, nuestras antiguas nociones se han visto obligadas a evolucionar.
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