El Banco de Inglaterra se vio en la obligación de volver a comprar bonos para estabilizar el mercado. El desastre creado por la nueva primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, (obviamente) ha golpeado duramente la credibilidad del Gobierno. En un esfuerzo para recuperar esa credibilidad perdida, Kwasi Kwarteng, el ahora ex canciller de la Hacienda, ha dejado su cargo. Su reemplazo, Jeremy Hunt, es un tori, pero centrista. El antiguo “plan fiscal” y la torpeza de querer eliminar impuestos, en el momento menos apropiado y de la manera más irresponsable, no fue lo más apropiado para la recién llegada. La medida se tomó desde la idiosincrasia y no desde la prudencia. Por supuesto, la crisis de la libra esterlina incrementó la inestabilidad en un entorno ya muy inestable.
Es posible que la inflación global haya encontrado su máximo durante este año 2022. Sin embargo, esto no implica que tendremos un año próximo libre de inflación. Lo más probable es un 2023 matizado con una inflación indeseablemente elevada. El Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo financiero internacional, nos advierte: “Lo peor está por venir”. De hecho, el organismo pronostica que, para el año que viene, al menos un tercio de las economías del mundo corre el riesgo de caer en una recesión. En otras palabras, esto se puso color de hormigas.
Por supuesto que, debido a los reportes y datos bastante desalentadores de las últimas semanas, los mercados están esperando una agresividad continuada por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos en su próxima reunión.