Mientras Estados Unidos concluye una reñida elección presidencial, China se prepara para la continuación de una tensa rivalidad entre superpotencias que abarca el comercio, la tecnología y la seguridad, independientemente del resultado electoral. Los estrategas de Pekín anticipan una serie de desafíos, ya sea que el próximo presidente sea Donald Trump o Kamala Harris.
Los expertos en Pekín predicen que Trump podría adoptar una retórica más agresiva e imponer aranceles significativos a las importaciones chinas, potencialmente superando el 60%, y podría poner fin al estatus comercial de nación más favorecida de China. Estos aranceles propuestos han suscitado preocupaciones en el sector industrial chino, que exporta anualmente bienes valorados en más de 400.000 millones de dólares a EE. UU.
Los productores chinos temen que los nuevos aranceles interrumpan las cadenas de suministro, reduzcan los beneficios y afecten negativamente al empleo y al crecimiento económico. También les preocupan las implicaciones más amplias para el sistema económico y comercial internacional, especialmente debido a la sugerencia de Trump de un arancel del 10% sobre todos los bienes procedentes de otros países.
Por su parte, se espera que Harris mantenga los aranceles sobre cientos de miles de millones de dólares en importaciones chinas impuestos por la administración Biden, al tiempo que podría ampliar los gravámenes en sectores estratégicamente importantes, como los vehículos eléctricos.
En cuanto a las alianzas, los analistas chinos creen que la red de asociaciones en Asia Oriental, incluida la alianza QUAD (formada por EE. UU., Japón, India y Australia) y la asociación de tecnología de defensa AUKUS (entre EE. UU., Reino Unido y Australia), probablemente persistirá incluso si Trump es elegido. A pesar del escepticismo pasado de Trump hacia la OTAN y la cooperación multilateral, se considera que las alianzas formadas durante la administración Biden perdurarán. Como vicepresidenta, Harris ha trabajado para fortalecer las relaciones con los líderes asiáticos, con el objetivo de contrarrestar la influencia de China en la región.
Sobre la cuestión de Taiwán, Trump ha hecho declaraciones controvertidas sobre su defensa y las relaciones económicas con EE. UU. En una entrevista, Trump expresó confianza en que el conflicto militar sobre Taiwán sería innecesario debido a su relación con Xi Jinping de China, sugiriendo que en su lugar impondría aranceles adicionales a China si fuera necesario.
Los analistas de la Universidad de Pekín especulan que Trump podría utilizar a Taiwán como moneda de cambio en las negociaciones con Pekín, potencialmente buscando acuerdos bilaterales sobre varios temas. Sin embargo, también señalan que es muy poco probable que China acepte tal acuerdo, y los asesores de política exterior de Trump podrían oponerse.
Es posible que los resultados de las elecciones no se conozcan durante algún tiempo, y Trump ha indicado su disposición a impugnar cualquier derrota, haciendo eco de su respuesta al resultado de las elecciones de 2020. El mundo observa atentamente mientras EE. UU. navega por este momento crucial, con implicaciones significativas para su relación con China.
Reuters contribuyó a este artículo.
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